Los científicos han debatido durante meses por qué una variación genética del coronavirus se volvió predominante en muchas partes del mundo.
Muchos de ellos sostienen que la variación se propagó en gran parte por casualidad y se multiplicó hacia el exterior a partir de brotes detonantes en Europa. Otras personas han propuesto la posibilidad de que una mutación le proporcionó una especie de ventaja biológica y han estado investigando con apremio el efecto de dicha mutación.
Ahora los científicos han demostrado —al menos en el ambiente tan controlado de un cultivo de células en el laboratorio— que los virus que portan esa mutación específica infectan más células y son más resilientes que los que no la tienen.
Los genetistas se pronunciaron en contra de llegar a conclusiones acerca de si la variante que ha estado circulando mucho desde febrero se propaga con mayor rapidez en los seres humanos. Ellos afirman que no existen pruebas de que sea más letal o dañina y que las diferencias vistas en un cultivo celular no significan necesariamente que sea más contagiosa.
No obstante, los expertos señalan que el nuevo estudio, que aún no ha sido arbitrado, sí muestra que al parecer esta mutación cambia la función biológica del virus. Esta perspectiva podría ser un primer paso determinante para entender cómo se comporta la mutación a nivel biomolecular.
Los investigadores de Scripps Research, Florida, descubrieron que la mutación, conocida como D614G, estabilizaba las proteínas en forma de espiga del virus, mismas que sobresalen de la superficie del virus y le dan su nombre al coronavirus. Descubrieron que, debido a esta mutación, había cerca de cinco veces más espigas funcionales e intactas en cada partícula viral.
Para que un virus infecte una célula, estas proteínas de espiga deben acoplarse a ella. De acuerdo con los científicos que dirigieron el estudio, Hyeryun Choe y Michael Farzan, como resultado, era mucho más probable que los virus con D614G infectaran una célula que los virus sin esa mutación.
“Los virus con espigas más funcionales en la superficie serían más infecciosos”, señaló Farzan. “Además, existen diferencias muy claras entre los dos virus del experimento. Esas diferencias simplemente destacaron”.
Choe, el autor principal del artículo, señaló que las espigas del virus con la mutación eran “casi diez veces más infecciosas en el sistema del cultivo celular que usamos” que las que no tenían esa misma mutación.
Las mutaciones son cambios diminutos aleatorios del material genético del virus que ocurren cuando se replican. La gran mayoría no afecta de ninguna forma la función del virus.
Los virólogos que han visto el estudio dicen que la investigación de Scripps fue una clara demostración de que esta mutación específica sí provoca un cambio importante en la manera en que el virus se comporta a nivel biológico.
“Es un estudio experimental contundente y la mejor prueba hasta ahora de que la mutación D614G aumenta la capacidad infecciosa del SARS-CoV-2”, afirmó Eddie Holmes, profesor de la Universidad de Sídney y especialista en la evolución de los virus.
Los virus con la mutación que estudiaron los investigadores han sido predominantes en Europa y en gran parte de Estados Unidos, en especial en el noreste. Los compararon con los virus sin esa mutación, como los que se encontraron al inicio de la pandemia en Wuhan, China.
Choe señaló que los resultados indican que los factores biológicos tuvieron una participación importante en la rápida propagación del virus D614G.
“Tal vez esta mutación explique el predominio de los virus que la portan”, señaló Choe.
Sin embargo, otros científicos advirtieron que se necesitarían muchas más investigaciones para determinar si las diferencias en el virus eran importantes para puntualizar el desarrollo del brote. Los científicos argumentaron que existen otros factores que sin lugar a dudas participaron en la propagación, incluyendo el momento en el que se ordenaron las cuarentenas, el ritmo de desplazamientos y la suerte.
Además, quizás el factor de la suerte sigue siendo la mejor explicación de por qué los virus con la mutación se han propagado tanto, comentaron.
Kristian Andersen, un genetista de Scripps Research, La Jolla, en California, mencionó que, hasta ahora, en los análisis del D614G y de otras variantes en Washington y California no se había descubierto ninguna diferencia en qué tan rápido o qué tanto una variante se propaga más que otra.
“Esa es la principal razón por la que tengo tantas dudas en este momento”, señaló Andersen. “Porque si en realidad uno se podía propagar mucho más que el otro, entonces esperaríamos ver una diferencia aquí, y no la vemos”.
En la nueva investigación, el equipo encabezado por Choe y Farzan realizó dos experimentos. En uno, crearon virus sustitutos inofensivos mediante herramientas comunes, incluyendo retrovirus y partículas llamadas viroides. Cada uno fue diseñado con las características proteínas de “espiga” del coronavirus que le permiten adherirse a la superficie de las células como si fueran una cinta adhesiva.
Los científicos descubrieron que los virus con la mutación D614G eran más resilientes y tenían casi cinco veces más proteínas de espiga funcionales que los virus sin esa mutación para infectar las células.
En otro experimento, hallaron que los virus que portaban la mutación D614G infectaban el tejido de las células con mucha mayor eficiencia que los virus sin esa mutación. Farzan mencionó que tal vez la diferencia se derive de una propiedad biológica de la mutación que le proporciona más flexibilidad a la proteína de espiga y la estabiliza.
Los investigadores señalaron que cuando se desarrollen las vacunas para el coronavirus, deberán servir tanto para la variante D614G como para las demás.
Expertos externos dijeron que aunque el nuevo estudio es asombroso, había más trabajo por hacer. Michael Letko, profesor adjunto en el Laboratory of Functional Viromics de la Universidad Estatal de Washington, señaló que otros factores biológicos también podrían influir en la propagación del virus en el mundo real. “Nos concentramos en la parte del virus que conocemos mejor, la espiga, pero no sabemos tanto acerca de cómo funcionan otras partes”, comentó.
No obstante, dijo Letko, el nuevo estudio fue convincente para demostrar que los virus con la mutación D614G eran más infecciosos en el laboratorio.
Los investigadores dijeron que el siguiente paso para determinar si existe una diferencia en cuanto a la transmisión en el mundo real es probar las diferentes variantes en animales.
“Eso es lo increíble sobre los virus”, comentó Letko. “Los llamamos máquinas darwinianas, y estos pequeños cambios pueden potenciarse de manera muy drástica. Estas pequeñas ventajas pueden ser suficientes para permitir que un virus supere a otro que no las tiene”.
Los genetistas dijeron que se necesitan más pruebas para determinar si por una variación genética común, el coronavirus se propaga con mayor facilidad entre la gente.