¿Las lideresas son mejores para combatir una pandemia?
Recopilé las tasas de letalidad por coronavirus de veintiún países de todo el mundo, trece liderados por hombres y ocho, por mujeres. Los países liderados por hombres sufrieron un promedio de 214 muertes relacionadas con el coronavirus por cada millón de habitantes. Los gobernados por mujeres tuvieron solo una quinta parte de esa cifra, 36 por cada millón.
Si Estados Unidos tuviera la tasa de letalidad por coronavirus del promedio de los países liderados por mujeres, 102.000 vidas estadounidenses se habrían salvado de las 114.000 que se han perdido.
“Los países liderados por mujeres sí parecen ser particularmente exitosos en el combate al coronavirus”, señaló Anne W. Rimoin, epidemióloga en la Universidad de California, campus Los Ángeles (UCLA, por su sigla en inglés). “A Nueva Zelanda, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Islandia y Noruega les ha ido tan bien posiblemente debido al estilo de liderazgo y administración atribuido a sus lideresas”.
Comencemos por reconocer que ha habido muchas lideresas con resultados desafortunados a través de los años. De hecho, de acuerdo con una investigación que hice alguna vez para un libro, las lideresas en el mundo no han sido claramente mejores que sus homólogos masculinos ni siquiera para mejorar la educación de las niñas o reducir la mortalidad materna.
Existen investigaciones contundentes que indican que tener más mujeres en consejos de administración y en posiciones de apoyo a la comunidad marca una diferencia; sin embargo, la evidencia de que son mejores como presidentas o primeras ministras ha sido escasa… hasta que llegó la COVID-19.
No es que los líderes que mejor manejaron el virus fueran todas mujeres, pero entre los que cometieron errores en su respuesta todos fueron hombres y la mayoría encaja en un tipo en particular: autoritarios, jactanciosos y fanfarrones. Piensen en Boris Johnson en el Reino Unido, Jair Bolsonaro en Brasil, el ayatolá Alí Jamení en Irán y Donald Trump en Estados Unidos.
Casi todos los países que han experimentado una tasa de letalidad de coronavirus superior a 150 por un millón de habitantes son liderados por hombres.
“No pienso que sea una coincidencia que algunos de los lugares mejor administrados sean losdirigidos por mujeres: Nueva Zelanda, Alemania, Taiwán”, dijo Susan Rice, quien fue asesora de seguridad nacional durante el gobierno de Barack Obama. “Y donde hemos visto que las cosas se han desarrollado de la peor manera (Estados Unidos, Brasil, Rusia, el Reino Unido), hay mucho ego masculino y fanfarronería”.
Pienso que esa diferencia tiene mucho que ver con ese ego y fanfarronería.
“A menudo bromeamos sobre que los hombres nunca piden direcciones para llegar en auto a un lugar”, mencionó Ezekiel Emanuel de la Universidad de Pensilvania. “Realmente pienso que hay algo relacionado con eso también en términos del liderazgo de las mujeres, en términos de reconocer la experiencia y pedir consejos a los expertos, en cambio, los hombres avanzan rápidamente como si ya supieran qué hacer”.
Tiene razón. Los líderes que mejor manejaron la situación por el virus fueron aquellos que tuvieron la suficiente humildad de consultar a los expertos en salud pública y actuaron rápidamente, y muchos eran mujeres; en contraste, los autoritarios varones que fracasaron en la respuesta sospecharon de los expertos y tenían demasiada confianza en sí mismos.
“Realmente lo entiendo”, dijo Trump cuando visitó los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) en marzo. Rodeado de expertos médicos, agregó: “Tal vez tengo una habilidad natural”, y se cuestionó en voz alta acerca de si debería convertirse en un científico.
(Dado que Trump dijo en enero que la COVID-19 estaba “totalmente bajo control”, ya obtuvo una respuesta. Además, un estudio arbitrado posiblemente no habría favorecido sus ideas relacionadas con la lejía).
Aunque las mujeres generalmente han eclipsado a los hombres en el liderazgo internacional, eso no parece ser cierto en Estados Unidos. Algunas gobernadoras lo han hecho mejor, otras peor, así que no hay una brecha de género evidente en el país.
También es posible que no se trate sobre lideresas, sino sobre el tipo de país que elige a una mujer como mandataria.
Las empresas con más directoras ejecutivas en promedio rinden mejores resultados que aquellas con menos, pero los analistas piensan que la razón no es solo la astucia de las lideresas. En cambio, las compañías cuyas culturas están abiertas a tener mujeres en altos cargos están más dispuestas a adoptar otras innovaciones, y puede ser este espíritu innovador lo que conduce a mayores ganancias. De igual manera, los países dispuestos a elegir primeras ministras podrían estar más interesados en escuchar a los epidemiólogos.
Aun así, pienso que también hay una diferencia en el liderazgo mismo.
“Las mujeres a menudo lideran de una forma muy distinta a los hombres”, dijo Margot Wallstrom, ex primera ministra sueca, al mencionar ejemplos en Noruega, Alemania y Nueva Zelanda de mujeres con liderazgo de bajo perfil, inclusivo y basado en evidencias.
Wallstrom también destacó que la salud pública es un “área de especialidad” para el gobierno de muchas lideresas. Grant Miller, experto en economía de la salud en la Universidad Stanford, descubrió que conforme los estados, uno por uno, otorgaron el voto a las mujeres a finales del siglo XIX y principios del XX; entonces, también invirtieron más en saneamiento y salud pública, y salvaron las vidas de alrededor de 20.000 niños al año. Por lo que los niños fueron grandes beneficiarios del sufragio femenino.
Una trampa para las mujeres en la política es que la arrogancia puede ser efectiva para los candidatos varones, pero los investigadores descubrieron que los votantes, tanto hombres como mujeres, pierden el entusiasmo por mujeres que parecen promocionarse a sí mismas. Eso obliga a las mujeres en la política a dominar el arte de comunicarse de manera efectiva y de bajo perfil, justo lo que se necesita en una pandemia.
“Tal vez las habilidades que las han llevado a alcanzar el cargo más alto son las mismas que actualmente se necesitan para unir a un país”, dijo Rimoin, la epidemióloga de UCLA.