MINNEAPOLIS — Había dos hombres afroestadounidenses en la escena del asesinato policial que conmovió a la nación el mes pasado. Uno, George Floyd, estaba boca abajo en el asfalto, con la rodilla de un oficial blanco sobre su cuello. El otro hombre negro, Alex Kueng, era un policía novato que le sujetaba la espalda a Floyd mientras luchaba por respirar.
Floyd, cuyo nombre se ha pintado en murales y garabateado en carteles de protesta, ya descansa en paz. Kueng, quien enfrenta cargos de instigación y complicidad por la muerte de Floyd, está en libertad bajo fianza, ha sido acosado cuando va al supermercado y algunos familiares lo han denunciado.
Mucho antes de su arresto, Kueng había luchado con el tema del abuso policial hacia las personas negras e ingresó a la academia de policía para ayudar a proteger a las personas de su entorno cercano de la agresión policial; sostenía que la diversidad podía obligar a que se produjera un cambio en un Departamento de Policía que desde hace mucho tiempo era acusado de racismo.
Había visto cómo uno de sus hermanos fue detenido y, en su opinión, maltratado por los asistentes del alguacil. Había tenido que defender su decisión de unirse a la fuerza policial diciendo que pensaba que era la mejor manera de arreglar un sistema roto; había tenido altercados con sus amigos sobre si las manifestaciones públicas realmente podían mejorar las cosas.
Su madre, Joni Kueng, recordó sus palabras después de ver a los manifestantes cerrar una autopista hace años: “¿No crees que eso debe hacerse desde adentro?”. Y agregó que “parte de la razón por la que quería convertirse en un oficial de policía (y además un oficial de policía negro) era para zanjar la brecha en la comunidad, cambiar la narrativa entre los oficiales y la comunidad negra”.
Mientras cientos de miles de personas se manifestaron contra la policía después del asesinato de Floyd el 25 de mayo, Kueng se convirtió en parte de un debate nacional sobre la violencia policial hacia las personas de color, un símbolo de la misma clase de policía con la que él había dicho desde hace mucho tiempo que quería terminar.
Derek Chauvin, el oficial que puso la rodilla sobre el cuello de Floyd por más de ocho minutos, ha sido el más asociado con el caso; enfrenta a cargos de asesinato en segundo grado y homicidio en segundo grado; Kueng y otros dos exoficiales fueron acusados de instigación y complicidad en el asesinato. Kueng, de 26 años, era el oficial más joven y menos experimentado en la escena, apenas era su tercer turno como oficial fijo.
El arresto de Kueng, cuya madre es blanca y su padre era de Nigeria, ha generado angustia entre sus amigos y familiares. “Es un golpe bajo”, dijo Joni Kueng. “Heme aquí, he criado a este niño, sé quién es por dentro y por fuera. Somos una familia tan diversa racialmente. Estar involucrados en un incidente de motivación racial como este es simplemente incomprensible”.
Dos de los hermanos de Alex Kueng, Taylor y Radiance, ambos afroestadounidenses, exigieron el arresto de los cuatro oficiales, incluido su hermano. Y se unieron a las protestas en Minneapolis.
Casa llena
A lo largo de su vida, Alex Kueng se movió entre dos mundos, el blanco y el negro.
Kueng, cuyo nombre completo es J. Alexander Kueng (que se pronuncia como “king”, en inglés), fue criado por su madre, con la que vivió hasta el año pasado. Su padre estaba ausente.
De niño, Kueng a veces pedía tener más hermanos. Joni Kueng, residente del barrio de Shingle Creek en el norte de Minneapolis, se inscribió en una agencia de adopción afroestadounidense.
Cuando Alex tenía 5 años, Joni Kueng trajo a casa a un niño que había sido abandonado en un hospital. Alex pronto pidió una hermana; Radiance llegó cuando tenía 11 años. Taylor y un hermano menor llegaron en 2009, cuando Alex tenía unos 16 años.
Radiance Kueng, de 21 años, dijo que su madre adoptiva no hablaba de raza. “La raza no era realmente un tema en nuestro hogar, por desgracia. Como adoptó tantos niños negros, no recibí esa conversación de ella. Siento que esa debió ser una conversación que debimos tener”, afirmó Radiance.
Joni Kueng enseñaba matemáticas en las escuelas a las que iban sus hijos, donde el alumnado en su mayoría solía ser hmong, afroestadounidense y latino. Los compañeros de clase describieron a Alex Kueng como un chico amigable, un maestro del malabarismo con una pelota de fútbol y un defensor contra los acosadores. Las fotos lo retratan con una sonrisa pícara.
Darrow Jones dijo que conoció a Alex Kueng en el patio de recreo cuando tenía 6 años. Jones estaba tratando de terminar su tarea de multiplicar. Kueng ayudó a Jones y luego lo invitó a jugar a ‘las traes’, un juego de persecución.
Cuando la madre de Jones murió en 2008, Joni Kueng lo tuvo en su casa hasta por un mes.
Para cuando cursó la escuela secundaria, Alex Kueng había descubierto el fútbol soccer y poco después era todo lo que quería hacer. Se convirtió en capitán del equipo de fútbol, quería ser jugador profesional. La cita junto a su foto del anuario dice: “Ignoramos los fracasos y nos esforzamos por triunfar”.
Alex Kueng fue al Monroe College en New Rochelle, Nueva York, para jugar al fútbol y estudiar Negocios. Pero después de una cirugía en ambas rodillas, el fútbol se convirtió en una actividad imposible. Kueng renunció. De vuelta en Minneapolis, se inscribió en la escuela técnica y trabajaba atrapando ladrones en Macy’s.
En ese momento, empezó a hablar de unirse a la policía, recordó Joni Kueng, quien recordó que la idea la ponía nerviosa, no solo por la seguridad de su hijo sino también por la problemática relación entre la policía de Minneapolis y sus residentes.
Dados sus antecedentes, Alex Kueng pensó que tenía la capacidad de zanjar la brecha entre el mundo blanco y el negro, dijo Jones. A menudo no veía el mismo nivel de racismo que sentían sus amigos. Jones, quien es negro, recordó un viaje por carretera hace unos años a Utah con Alex Kueng, un amigo blanco y la novia de Kueng, que es hmong. Jones dijo que tuvo que explicarle a Kueng por qué la gente los miraba con curiosidad.
“Cuando llegamos a Utah, entramos en una tienda y literalmente los ojos de todo el mundo estaban sobre nosotros”, recordó Jones, cuya piel es más oscura que la de Kueng. “Le dije: ‘Alex, eso es porque entraste aquí con una persona negra. La razón por la que nos miran es porque estás aquí conmigo’”, recordó Jones.
En febrero de 2019, Alex Kueng había tomado una decisión: se inscribió como cadete de policía.
Caminos divergentes
La decisión de Kueng de convertirse en un oficial de policía causó una ruptura en su amistad con Jones.
“Estaba muy claro cuál era nuestra posición al respecto”, afirmó Jones, quien apoya al movimiento Black Lives Matter y salió a las calles a protestar después de las muertes de Jamar Clark y Philando Castile a manos de la policía del área de Minneapolis. “Nuestro desacuerdo fundamental en torno a la aplicación de la ley no es que crea que los policías son malas personas. Solo que creo que hay que eliminar y cambiar por completo el sistema. Es la diferencia entre reforma y reconstrucción”, explicó.
Después de que Alex Kueng se convirtió en cadete, Jones pasó de verlo dos veces al mes a tal vez tres veces al año. Dijo que ni siquiera le contó cuando la policía lo persiguió sin motivo alguno y luego lo dejó ir.
En diciembre, Kueng se graduó de la academia de policía. Durante la mayor parte de su entrenamiento de campo, Chauvin, con 19 años de experiencia, fue su oficial de entrenamiento.
En un momento dado, Kueng, molesto, llamó a su madre. Dijo que había hecho algo durante el entrenamiento que molestó a un oficial supervisor, quien lo reprendió. Joni Kueng no supo si ese supervisor era Chauvin.
Chauvin también extendió el periodo de entrenamiento de Kueng; sentía que el cadete se reunía demasiado a menudo con otro compañero en entrenamiento, Thomas Lane, para ejecutar las órdenes, en lugar de hacerlo por su cuenta, dijo Joni Kueng.
Pero el 22 de mayo, Alex Kueng se convirtió oficialmente en uno de los 80 oficiales negros de una fuerza policial de casi 900 efectivos. En los últimos años, el departamento, que no es tan diverso racialmente como la población de la ciudad, ha tratado de incrementar el número de oficiales de color, con un éxito limitado.
Esa noche, otros oficiales hicieron una pequeña fiesta en la estación del Tercer Precinto para celebrar la graduación de Alex Kueng. La noche siguiente, trabajó su primer turno completo como oficial dentro de la estación. Ese domingo, trabajó en el turno de patrullaje de 04:00 p. m. a 02:00 a. m., su primer turno en las calles.
El 25 de mayo, el tercer día de Alex Kueng en el empleo, él y Lane, quienes trabajaban juntos a pesar de ser novatos recién graduados, fueron los primeros oficiales en responder a la llamada de auxilio por un billete falso de 20 dólares entregado en una tienda de la esquina. Encontraron a Floyd en un automóvil afuera de la tienda.
Después de que no consiguieron meter a Floyd en la parte trasera de la patrulla, aparecieron Chauvin y Tou Thao, otro oficial.
Mientras Chauvin clavaba la rodilla en la nuca de Floyd, Alex Kueng le sujetaba la espalda, según una declaración de causa probable presentada por los fiscales.
Chauvin mantuvo la rodilla allí mientras Floyd decía frases como: “No puedo respirar”, “mamá” y “por favor”. Los minutos pasaban y Alex Kueng no hizo nada para intervenir, dicen los fiscales.
Después de que Floyd dejó de moverse, Kueng le revisó el pulso. “No le encuentro el pulso”, dijo a los demás agentes.
Los cuatro oficiales fueron despedidos y se enfrentan a 40 años de prisión. Alex Kueng, liberado bajo fianza el 19 de junio, se negó a través de su abogado a ser entrevistado. Está previsto que comparezca ante el tribunal el lunes.
Un día después de la muerte de Floyd, Jones se enteró de que Kueng había sido uno de los oficiales que estuvo presente. Alrededor de la medianoche, Jones lo llamó y hablaron durante 40 minutos; Jones no dijo qué se dijeron, pero ambos lloraron.
“Estoy sintiendo mucha tristeza y mucha decepción”, dijo Jones. “Muchos de nosotros creemos que debería haber intervenido y debería haber hecho algo”.
Y añadió: “Es muy difícil. Porque tengo esos sentimientos y no los voy a negar, pero, aunque me siento triste por lo que ha ocurrido, él todavía tiene mi apoyo inquebrantable. Porque crecimos juntos y lo amo”.
Jones dijo que había asistido a las protestas, pero no había podido unirse a ellas.