Las fuerzas norcoreanas tomaron Seúl en solo tres días, tras el derrumbe del ejército surcoreano mal preparado.
Setenta años después, los museos de Seúl y Pyongyang ofrecen visiones radicalmente distintas de la Guerra de Corea que enfrento al Sur y al Norte entre 1950 y 1953.
En Pyongyang, una estatua gigante de un soldado norcoreano sosteniendo en alto una bandera se encuentra frente al museo de la Guerra de Liberación de la Patria Victoriosa, como se denomina al conflicto en Corea del Norte.
Cerca de la estatua, grabado en una enorme estela de piedra un mensaje del fundador de Corea del Norte, Kim Il Sung, abuelo del actual líder, Kim Jong Un, dice que “los logros históricos” de las fuerzas norcoreanas durante la guerra “brillarán durante diez mil generaciones”.
En Seúl, capital de Corea del Sur, los muros del Memorial de la Guerra están cubiertos con placas de metal con el nombre de los 190.000 surcoreanos y miembros de la coalición de las Naciones Unidas liderada por Estados Unidos “que murieron defendiendo a la República de Corea”.
Ambos museos presentan estatuas monumentales de combatientes y civiles involucrados en la lucha.
La guerra comenzó, cuando las fuerzas norcoreanas cruzaron el paralelo 38, donde la Unión Soviética y Estados Unidos habían dividido la península, entonces una colonia japonesa, en los últimos días de la Segunda Guerra Mundial.
El Norte insiste hasta la actualidad en que fue atacado primero por Estados Unidos y sus “títeres” de Corea del Sur.
“Nuestro Ejército Popular de Corea frustró el ataque sorpresa del enemigo e inmediatamente se volcó a la contraofensiva”, añade.
Pero los historiadores encontraron numerosos documentos en los archivos soviéticos que prueban que Kim pidió permiso a Josef Stalin, el líder de la URSS, para invadir Corea del Sur.
El director del museo de Seúl, Go Hanbin, descarta totalmente el relato del Norte.
“Nadie, aparte ellos defiende esa tesis”, dice.
– Enemigos jurados –
Las fuerzas norcoreanas tomaron Seúl en solo tres días, tras el derrumbe del ejército surcoreano mal preparado.
El avance norcoreano se interrumpió en septiembre, tras la victoria de los surcoreanos y las fuerzas de la ONU dirigidas por Estados Unidos en la batalla de Incheon.
Tras esa batalla, en octubre, las fuerzas surcoreanas y estadounidenses ocuparon Pyongyang y avanzaron hasta la frontera con China.
Corea del Norte calificó esa fase de la guerra de “repliegue estratégico”.
Alarmado, el líder chino Mao Zedong envió millones de soldados a Corea del Norte, llamados “Voluntarios del Pueblo”.
Estas tropas organizaron ataques denominados “ola humana”, en un conflicto marcado por brutales combates en condiciones particularmente difíciles.
Seúl volvió a caer, antes de ser recapturado una vez más por los surcoreanos al tiempo en que el conflicto se convertía en una guerra de desgaste, acompañado por los masivos bombardeos estadounidenses del Norte.
El armisticio que terminó con las hostilidades en 1953 en una línea no muy lejos del paralelo 38 original, después de millones de muertes, es retratado como la derrota de Estados Unidos.
Para el Norte, la guerra es un elemento clave de su identidad nacional junto con la guerra contra Japón.
Por eso insiste en decir que fue atacado primero.
“Si admites que no fuiste atacado, que querías liberar el Sur y fracasaste, la guerra sería lo que realmente era, un desastre sangriento e innecesario”, dijo Andrei Lankov, del Korea Risk Group.
“Pero si sigues insistiendo en que fuiste atacado y mantienes tu posición, no eres un aventurero desafortunado que creó un desastre, sino un ganador heroico que ganó la guerra combatiendo la agresión extranjera”, apuntó.
Las actitudes en el sur son más variadas.
El Sur se define mucho más por lo que es hoy: una democracia establecida después de que derrocó décadas de gobierno militar, la 12a mayor economía del mundo, tecnológicamente avanzada y una doble sede olímpica.
“La gente de Corea del Sur en su mayoría percibe la Guerra de Corea como uno de muchos eventos históricos”, dijo el curador Go en el Memorial en Seúl.