Según uno de los abogados de la defensa, los tres acusados son amigos: Moradi, de 26 años, es vendedor de celulares; Tamjidi, de 28, es taxista; y Rajabi, de 26, está desempleado.
Una campaña de un alcance inusual, secundada por activistas y personalidades que se agruparon bajo la etiqueta “#No_ejecuten”, insta a Irán a renunciar al ahorcamiento de tres jóvenes aprisionados durante unas manifestaciones antigubernamentales, aunque está por ver si tendrá éxito.
La campaña (“#Edam_Nakon en persa) ha ganado una envergadura inédita desde que el 14 de julio la Corte Suprema iraní confirmara la pena de muerte para Amir Hosein Moradi, Saeed Tamjidi y Mohamad Rajabi, tres jóvenes acusados de vandalismo y de piromanía durante las manifestaciones de noviembre de 2019.
Según uno de los abogados de la defensa, los tres acusados son amigos: Moradi, de 26 años, es vendedor de celulares; Tamjidi, de 28, es taxista; y Rajabi, de 26, está desempleado.
El movimiento se ha hecho viral y se anotó un primer éxito cuando Irán anunció el 19 de julio que suspendía la ejecución de los tres jóvenes.
Un alivio que duró poco, porque otro manifestante, Mustafa Salehi, quien había sido detenido en el invierno de 2017-2018 en la provincia de Isfahán (centro) fue ahorcado a principios de agosto.
Irán se ha visto sacudido por varias oleadas de protestas en los últimos años, sobre todo en noviembre de 2019 y enero de 2020, principalmente a causa del aumento del precio del combustible. Una contestación duramente reprimida por las autoridades.
Los activistas defensores de los derechos humanos manifestaron su preocupación ante el aumento del recurso de la pena de muerte para disuadir a la gente de salir a las calles.
– “Mensaje fuerte” –
Según Amnistía Internacional, Irán es el segundo país del mundo en aplicar la pena de muerte después de China, con al menos 251 ejecuciones en 2019.
Para intentar interrumpir este ciclo, una parte de Irán se ha movilizado en las redes sociales.
El movimiento #Edam_Nakon reúne a activistas por los derechos humanos del exterior pero también a personalidades de la sociedad civil y de la escena pública iraníes, como la famosa actriz Taraneh Alidoosti.
Ella publicó una foto de los tres prisioneros con el lema “No ejecuten” en su cuenta de Instagram, donde tiene 6,6 millones de seguidores.
Tara Sepehri Far, investigadora de Human Rights Watch (HRW), apuntó que la campaña representa una “inusual alianza de actores de la sociedad civil y de personalidades públicas”, unidas detrás de “un mensaje fuerte y conciso”.
“Las autoridades han perdido gran parte de la confianza de la opinión pública desde el año pasado, pero no pueden ocultar totalmente una contestación tan extendida, nacida dentro del país”, afirmó.
Las condiciones del arresto de los tres presos en el corazón de esta campaña fueron especialmente polémicas.
Cuando el primero de ellos, Moradi, fue detenido en Teherán, Tamjidi y Rajabi habían huido a Turquía.
Según Hibrahim Kaboglu, diputado opositor turco, los dos hombres huyeron “temiendo por sus vidas” y presentaron una solicitud de asilo ante Ankara.
Pero lo hicieron sin pensar en la cooperación de las autoridades turcas con Teherán, que los envió a su país, según la oenegé Center for Human Rights in Iran.
“Turquía entregó a esos jóvenes a las fuerzas de seguridad iraníes, faltando a sus obligaciones internacionales”, lamentó Kaboglu.
– “Respuesta contundente” –
El 16 de julio, expertos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU exigieron a Irán que no ejecute a los tres hombres y que les garantice un proceso justo, al considerar que las confesiones se obtuvieron “bajo tortura”, con “palizas, descargas eléctricas y colgándolos de los pies”.
Tras la decisión de suspensión de la Corte Suprema, los activistas de derechos humanos temen que el respiro no les dure mucho a los tres jóvenes presos.
“Una parte del aparato de seguridad empuja para que se dé una respuesta contundente a las manifestaciones, pues temen que se acaben propagando por el país”, señaló Sepheri Far.
Según Mizan Online, la página web oficial de la Autoridad Judicial, Irán ejecutó el 5 de agosto a Mustafa Salehi, que había sido declarado culpable del asesinato de un miembro de las fuerzas de seguridad iraníes.
Aunque la “intensidad” de la campaña de protestas consiguió una prórroga para los tres jóvenes, las autoridades “eligieron un objetivo más débil” al ejecutar a Salehi, explicó Amin Riahi, de la oenegé United for Iran, con sede en Estados Unidos.
Los activistas del movimiento “#Edam_Nakon” no bajan la guardia y temen que haya más ejecuciones.
Ruholá Zam, un opositor exiliado en Francia y acusado de haber jugado un papel activo en las mismas manifestaciones, fue condenado a muerte a finales de junio por “corrupción”, uno de los cargos más graves del código penal iraní.
“A la República Islámica de Irán no le gusta dar marcha atrás. No quieren someterse a la opinión pública”, insistió Riahi.