Aun cuando el virus sigue circulando con fuerza, la alcaldía, junto al gobierno nacional, decidieron esta semana dar paso a una reapertura general.
Bogotá, foco de la pandemia en Colombia, dejó atrás sus cuarentenas estrictas por zonas y comenzó a aplicar este jueves medidas menos restrictivas contra el nuevo coronavirus, orientadas sobre todo a relanzar el decaído comercio en la capital.
Tras más de cinco meses de limitaciones, sobre todo de las actividades no esenciales, miles de personas reabrieron locales o volvieron a las ventas informales.
Aun cuando el virus sigue circulando con fuerza, la alcaldía, junto al gobierno nacional, decidieron esta semana dar paso a una reapertura general, con unas cuantas excepciones, basada en el autocuidado y el uso extendido del tapabocas en espacios públicos.
La alcaldesa Claudia López ha insistido en que los colombianos tendrán que adaptarse a un “modelo de nueva realidad”. “Tenemos que aprender a socializar y trabajar con cuidado”, señaló la mandataria.
Este jueves terminaron las llamadas cuarentenas por localidades (conjuntos de barrios) en esta capital de casi ocho millones de habitantes. Las calles lucieron más concurridas y reaparecieron los atascos por el tráfico vehicular.
También la gente volvió a los parques y senderos ecológicos, así como a los restaurantes, aunque con aforo limitado.
Sin embargo, las escuelas sólo podrán reabrir sus puertas en octubre y bajo ciertas restricciones, mientras el aeropuerto El Dorado reiniciará operaciones con algunos vuelos domésticos en septiembre. El tráfico aéreo internacional todavía está suspendido.
La alcaldía calcula que bajo el nuevo modelo un 60% de la población (casi cinco millones de personas) se moverá por día. A nivel nacional las nuevas medidas de relajamiento comenzarán a regir después del 1 de septiembre.
Los eventos masivos siguen sin embargo prohibidos.
Colombia suma casi 600.000 contagios desde que detectó, en Bogotá, el primer caso el 6 de marzo. Ya van más de 18.000 muertos, pero según el gobierno la pandemia alcanzó una “especie de meseta con tendencia a la baja”.
– Vidas rotas –
En San Victorino, uno de los puntos de mayor actividad y contagio, en el centro de Bogotá, los comerciantes cruzan los dedos por una pronta recuperación.
Hoy “hay más vendedores que público”, dijo a la AFP Sandra Parra, de 42 años y administradora de un local de ropa que despidió a 12 de los 36 empleados a causa de la parálisis asociada a la pandemia.
Los todavía escasos compradores deben pasar por un control de temperatura y luego desinfectar las manos con gel.
“Se aumentó muchísimo el contagio al igual que la inseguridad. Nos tienen azotados”, lamenta Parra, mientras recibe a sus primeros clientes.
En las afueras hormiguean los vendedores informales. Concepción Ávila, de 70 años, reabrió su puesto móvil de dulces y cigarrillos.
En medio de la pandemia, perdió a su esposo Alfredo de 68 años. “Falleció durante la cuarentena por la desesperación de (…) pensar que de pronto nos podían sacar de la casa” que alquilábamos, cuenta. En este tiempo la pareja había salido adelante con ayudas de la alcaldía.
El colapso que trajo la pandemia ha destruido este año unos cinco millones de empleos en la cuarta economía latinoamericana, que antes de la emergencia ya lidiaba con una informalidad que rondaba el 47%.
Bogotá es una de las ciudades más castigadas. El 35% de los contagios está en la capital, por lo que allí se han sentido con más fuerza las restricciones.
A nivel regional, Colombia es el cuarto país más afectado por el nuevo virus en número de infecciones y decesos por detrás de Brasil, México y Perú.