Nuestros gobiernos siempre han estado faltos de ideas para establecer las bases de un crecimiento sostenido y luego de esta crisis no veo nada en el horizonte. Cuando la misma gente en su mismo ambiente toma las riendas del país, es muy difícil obtener resultados satisfactorios.
La atención de los gobiernos está muy marcada en los nombramientos, las prebendas y los presupuestos. El foco de nuestros políticos es casi igual a la aspiración de la población. El “que hay para mí” se sobrepone a cualquier responsabilidad ciudadana. Dejamos de ser ciudadanos para ser clientes. A los que elegimos se transforman en proveedores de favores o repartidores de prebendas. Claro, con dinero ajeno, pues el dinero le pertenece al pueblo y su finalidad es cumplir con las tareas asignadas al Estado tal y como lo prevé la Constitución Política.
Pero, aquí, a la Constitución Política, en cuanto a los derechos y deberes sociales, la utilizan de papel higiénico y nadie ha podido romper este círculo vicioso que nos mantiene frustrados e insatisfechos de todos los gobiernos de turno. Sin embargo, no nos hacen falta sueños. La Singapur de las Américas, El hub de las Américas, La Hong Kong, Puente del Mundo, Corazón del Universo.
Nuestras ínfulas aspiracionales van más allá de cualquier realidad. Vivimos estrellados. Las grandes visiones necesitan grandes decisiones. Hemos tomado algunas grandes decisiones como la expansión del Canal de Panamá y la construcción de un Metro para la ciudad, pero no hemos construido una gran visión para el país.
La dimensión geográfica y demográfica de nuestro país es pequeña y nuestros gobernantes se han limitado a construir una visión estrecha para el tamaño de nuestra potencialidad. Usted no construye una visión de país concentrando su atención repartiendo sementales, pequeños préstamos, casas, títulos de propiedad o bonos. Eso es función de un funcionario de menor jerarquía fundamentado en un plan social.
Debemos aprender a proyectar el país que aspiramos en el futuro y arrastrar nuestro presente hacia él. Cómo podremos lograr eso cuando los detentadores del poder no tienen sueños ni aspiraciones. Cuando sus mentes no están para ir poniendo los cimientos del futuro que debemos construir.
Panamá es un país dejado al designio para que otros decidan para qué somos buenos. Desde afuera vienen las ideas en búsqueda de un suelo óptimo para un proyecto. Nuestra posición geográfica es el magneto, pero lo que se construye sobre él depende de la visión de otros, no la nuestra, porque carecemos de ella. Podremos gritar “Panamá para los panameños” y siempre será un grito del enajenado, del que solo en medio de una frustración se siente que no ha sido partícipe de su propia historia, ni su propio progreso. Se lo construyen desde afuera.
Excelente este artículo. Muy cierto su contenido.
Una realidad flagrante lo que vivimos, muy cierto todo esto.