Desde la colonia hasta el siglo XXI, Panamá ha mantenido una actividad de gran apogeo en su ámbito portuario, intrerconectado entre el Atlántico y el Pacífico.
Transcurridas casi dos décadas del siglo XXI, nuestro país mantiene un liderazgo, especialmente, en cuanto al manejo de carga en contenedores, sin que haya disminuido frente a la pandemia del coronavirus que nos azota al igual que al resto del mundo. En este escenario sobresale la actividad que desarrolla Panama Ports Company (PPC), concesionaria de los puertos de Cristóbal, en Colón; y Balboa, en Panamá, a través del gran movimiento comercial que se produce en este tipo de actividades y que, durante el periodo en referencia, le ha representado al fisco nacional, solamente en canon por cada contenedor movilizado, un ingreso total de 415 millones de balboas.
Según datos de PPC, el 7 de enero de este 2020 la empresa entregó 30 millones de dólares a Panamá, en concepto de pago de dividendos correspondientes a la vigencia de 2019; asimismo, mantiene una planilla de 1,500 colaboradores, cuyos salarios representan 26 millones de balboas y la seguridad social de los mismos que está por el orden de los 13 millones de balboas. Adicionalmente, la labor desplegada en ambas terminales portuarias ha gestado unos 25 mil empleos indirectos.
Un recorrido histórico del gran auge de la actividad económica y del movimiento de pasajeros y carga por Panamá a través del sistema portuario, nos remonta a la época colonial con las ferias de Portobelo. Por supuesto que las estructuras existentes para lograr tal arribo, en aquellos momentos, no contaban con comodidades. Los viajeros que precisaban cruzar el istmo panameño, lo hacían en embarcaciones rudimentarias, en recuas y a pie. No obstante, las instalaciones de esos puertos cumplían las necesidades, sobre todo, para el intercambio comercial entre las colonias españolas de Suramérica y la corona de España.
Más adelante, el 24 de enero de 1848, se descubrieron las minas de oro en California y con ello se produjo “la fiebre del oro”. Los puertos panameños del Atlántico y del Pacífico contribuyeron a acortar la distancia entre el Este y el Oeste de los Estados Unidos de América, para las grandes cantidades de personas que iban en búsqueda de riquezas a esos yacimientos. Para ello contaron, desde 1855, con el Ferrocarril Transístmico, obra que contribuyó grandemente a mejorar la logística de movilización de pasajeros y cargas.
La llegada del siglo XX y con ello la construcción del Canal de Panamá, inaugurado el 15 de agosto de 1914, catapultó al sistema portuario panameño al primer mundo. Como obras colaterales y de necesidad para atender el desplazamiento que se produjo con la apertura de la vía acuática interoceánica, se edificaron los puertos de Cristóbal y Balboa, de manera especial para atender al propio canal y a las bases militares estadounidenses instaladas en las riberas de la ruta canalera.
Tras la firma del Tratado Torrijos-Carter de 1977 y su entrada en vigor el 1 de octubre de 1979, dichas instalaciones portuarias pasaron a la jurisdicción panameña y fueron administradas por la Autoridad Portuaria Nacional, a partir de esa fecha.
Luego de dos décadas de conducción por parte del Gobierno nacional, los puertos de Balboa y Cristóbal fueron otorgados en concesión, en 1997, por un término de 25 años, a la empresa Hutchinson Whampoa Ltd., la que, inicialmente, hizo una inversión de 140 millones de balboas para la modernización de los mismos. El consorcio internacional creó la subsidiaria Panama Ports Company, S.A. (PPC), actualmente miembro de Hutchinson Port Holdings, para la administración de ambas instalaciones portuarias. De aquí en adelante, comenzó una nueva era en la actividad de ambos puertos.