La confesión tomó por sorpresa a un país que por muchos años creyó que detrás del ataque contra el tres veces excandidato presidencial y periodista estuvieron políticos rivales, militares o narcotraficantes.
El máximo dirigente de la FARC, Rodrigo Londoño, se comprometió este martes a probar ante la justicia colombiana la responsabilidad de esa exguerrilla en el magnicidio del líder conservador Álvaro Gómez, en 1995, ante las suspicacias que despertó la sorpresiva confesión de culpabilidad.
“Fuimos las FARC-EP las únicas responsables(…) de haber privado de su vida al doctor Álvaro Gómez Hurtado. Y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), así como la Comisión de la Verdad, recibirán de nosotros los elementos que pueden acreditarlo”, sostuvo Londoño en una carta pública.
En otra misiva dirigida el 30 de septiembre a la JEP, tribunal creado tras la firma de los acuerdos de paz de 2016, la otrora guerrilla marxista y hoy partido admitió su responsabilidad en uno de los crímenes que sacudió a Colombia.
La confesión tomó por sorpresa a un país que por muchos años creyó que detrás del ataque contra el tres veces excandidato presidencial y periodista estuvieron políticos rivales, militares o narcotraficantes. El caso fue declarado crimen de lesa humanidad para evitar la prescripción de las investigaciones.
Londoño, también conocido como ‘Timochenko’, le salió al paso a las suspicacias. “Somos los únicos responsables de su muerte, por favor, que dejen de buscar el ahogado aguas arriba”.
La que fuera la organización rebelde más poderosa de América firmó la paz en 2016, dejó las armas y aceptó someterse a la JEP, a cambio de poder ejercer la política como partido y confesar sus crímenes y reparar a las víctimas.
Los responsables que cumplan con esos compromisos recibirán penas alternativas a la prisión. Si incumplen se exponen a penas de hasta 20 años de cárcel.
– Sorpresa e incredulidad –
Gómez, quien en su época como congresista, en los años sesenta, instigó los primeros ataques contra la naciente rebelión comunista, cayó baleado a manos de sicarios a la salida de la universidad donde dictaba clase, en el norte de Bogotá.
No obstante la confesión de las ya disueltas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la familia de Gómez y el presidente Iván Duque, quien asegura haber sido alumno del excandidato, pusieron en entredicho la versión de los antiguos rebeldes.
“Se trata de construir una gran mentira para dar la impresión de que por fin están diciendo la verdad”, dijo Mauricio Gómez, periodista e hijo del excandidato asesinado, a W Radio.
Según él, el crimen estuvo motivado por la oposición de su padre al entonces presidente, el liberal Ernesto Samper (1994- 1998), quien para la época estaba inmerso en un escándalo por la financiación del narcotráfico a la campaña que lo llevó al poder.
Samper fue absuelto en un juicio político y siempre ha negado cualquier participación en el magnicidio.
En su carta de este martes, el dirigente de la FARC evoca la “inmensa confusión” que produjo el magnicidio de Gómez. “Investigar la verdad pasó a segundo plano, ante la urgente necesidad de demostrar que el culpable era el que se quería”, justificó Londoño.
Tras la desmovilización de unos 13.000 hombres y mujeres, incluidos 7.000 combatientes, la agrupación ha aceptado y pedido perdón por los asesinatos, secuestros y el reclutamiento de menores en los que incurrió a lo largo de su levantamiento armado de casi seis décadas.
Aunque el pacto de paz disminuyó la violencia en Colombia, todavía persisten grupos financiados por el tráfico ilegal de droga que han intensificado sus acciones este año, dejando cientos de víctimas en una serie de masacres.