El influyente McCarrick, que desempeñó por décadas un papel clave en la recaudación de fondos para la Santa Sede por parte de donantes estadounidenses adinerados y que se hacía llamar “Tío Ted”, fue despojado por el papa Francisco de su título de cardenal en 2018.
El Vaticano desmintió el martes haber ocultado los abusos sexuales del excardenal estadounidense Theodore McCarrick, acusado de pederastia, y se limitó a admitir errores durante la investigación del caso, que sacudió a la Santa Sede.
En un informe de 450 páginas, elaborado a pedido del papa Francisco, el Vaticano excluye que existiera una conspiración del silencio para proteger al influyente cardenal, aunque reconoce una cadena de errores tanto en el Vaticano como en Estados Unidos que favorecieron su espectacular carrera eclesiástica.
El ascenso al poder del poderoso arzobispo de Washington, actualmente de 90 años de edad, fue posible bajo tres pontificados -entre ellos el de Juan Pablo II (1978-2005).
A lo largo de décadas, las más altas instancias del Vaticano desestimaron los testimonios de varios seminaristas y obispos.
El influyente McCarrick, que desempeñó por décadas un papel clave en la recaudación de fondos para la Santa Sede por parte de donantes estadounidenses adinerados y que se hacía llamar “Tío Ted”, fue despojado por el papa Francisco de su título de cardenal en 2018 y de su condición de sacerdote en 2019.
Esa inédita decisión fue tomada al término de la investigación iniciada por el arzobispado de Nueva York, tras la denuncia en 2017 de un hombre que acusaba al prelado de haber abusado sexualmente de él en los años 1970.
El informe de la Secretaría de Estado, que se basa en más de 90 entrevistas con testigos y dos años de consultas exhaustivas de los archivos disponibles, insiste en que la primera acusación oficial de pedofilia contra McCarrick se hizo sólo en 2017, tras la cual el Vaticano reaccionó.
– Sin título y fuera del sacerdocio –
Durante medio siglo, el religioso fue encubierto por otros obispos de su país, que ofrecían “informaciones inexactas y a veces incompletas sobre la conducta sexual de McCarrick con jóvenes adultos”.
Ninguna víctima llegó a presentar denuncia formal.
Tras la primera denuncia y ante los “indicios graves” revelados en la investigación, el papa retiró a monseñor McCarrick el título de cardenal y luego del sacerdocio.
El caso sacudió a la jerarquía de la Iglesia católica estadounidense, poco antes de la publicación de un informe demoledor sobre los abusos masivos cometidos en Pensilvania.
El excardenal, que vive desde septiembre de 2018 en el pequeño pueblo de Victoria (Kansas), ha sido acusado sucesivamente de agredir sexualmente a otros menores y de tener relaciones con seminaristas a los que invitaba a su casa de playa en Nueva Jersey, a lo largo de muchas décadas.
El informe revela un sistema dominado por el silencio, el secreto y el encubrimiento y la imagen de la Iglesia resulta muy desprestigiada a través de los testimonios de muchas personas que tuvieron contacto físico con el prelado estadounidense.
Los testimonios describen “los abusos y las agresiones sexuales”, las actividades sexuales no consentidas, el contacto físico e íntimo así como sus propuestas de compartir la cama “sin nada físico”.
Para el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede y mano derecha del papa Francisco, la publicación del informe representa “un dolor por las heridas causadas a las víctimas, a sus familias, a la iglesia de Estados Unidos y a la iglesia universal”.
En una declaración separada, el número dos del Vaticano recuerda que la Iglesia ha implementado nuevas medidas en los últimos dos años, las cuales obligan a sacerdotes y religiosos a denunciar a sus superiores en caso de abusos.
– El papel de Juan Pablo II –
Parolin reconoce que todo proceso de toma de decisiones “no está libre de errores” y que hubo “omisiones” graves de los involucrados.
El informe del Vaticano revela que la decisión de su ascenso a la sede de Washington en 2000 fue tomada personalmente por Juan Pablo II, pontífice de 1978 a 2005.
Tampoco su sucesor, Benedicto XVI (2005-2013) abrió un proceso canónico formal contra McCarrick ni le impuso alguna sanción, más allá de la recomendación de que llevara una vida reservada, algo que el excardenal no hizo.
El informe menciona varios donativos de McCarrick a obispos y funcionarios del Vaticano, gracias a su capacidad de recaudar fondos, pero concluye que esos gestos “no influyeron en las decisiones” tomadas por la Santa Sede.
La gigantesca investigación fue ordenada tras las virulentas acusaciones de complicidad del ex nuncio en Estados Unidos Carlo Maria Viganó, quien exigió la renuncia al papa Francisco en agosto de 2018 pero que según el informe resulta otro encubridor.