Los aficionados han convertido el estadio en un santuario en memoria del argentino.
Con un peregrinaje silencioso y conmovedor delante a la curva B del estadio San Paolo de Nápoles, cientos de napolitanos despiden este jueves con altares improvisados y lágrimas a Diego Maradona, ídolo de una ciudad que se identifica con su extravagante y a la vez trágica vida.
El desfile, la mayoría formado por hombres, casi todos con la mascarilla por la pandemia de coronavirus, se interrumpe de vez en cuando por los aplausos y coros de “Diego, Diego, Diego”.
Cientos de velas, rosas azules, fotografías, bufandas y camisetas han sido colocadas frente a las rejas del estadio, que fue la verdadera casa de Maradona en Nápoles.
Rosario, de 77 años, famoso por ser el poeta del estadio, peluquero en su juventud y que vive enfrente del San Paolo desde 1954, recita una poesía que compuso la víspera tras recibir la noticia de la muerte de Maradona en en Buenos Aires, a los 60 años, de un paro cardíaco.
“Escucha esta voz que canta, es nuestro corazón. Nos has hecho vencer y nosotros te guardamos en nuestro corazón”, canta desatando los aplausos conmovidos del centenar de hinchas que desde esta mañana desfilan ante el San Paolo, constata una periodista de la AFP.
“Adiós, ciao Diego”, grita en lágrimas.
Una larga pancarta cubre la parte externa de la entrada al estadio y reza: “Al rey inmortal, tu bandera no dejará de ondear”.
Otra pancarta gigante con colores azul y blanco, los colores del club Nápoles, cuelga de desde el techo del estadio y reza “The King”.
– Un idilio incondicional –
“No nos esperábamos su muerte. Nosotros no escogimos a Maradona, fue él que escogió Nápoles”, confiesa emocionado a la AFP-TV Gino, de 48 años.
El idilio de Nápoles con el “Pelusa”, que lideró al equipo a ganar el ‘Calcio’ en dos ocasiones, en 1987 y 1990, estuvo marcado por luces y sombras, fútbol y mafia.
“Su vida privada no nos importó nunca”, comenta por su parte otro aficionado, Antonio, evitando hablar de lo que hizo el astro argentino fuera de las canchas en su paso por Nápoles de 1984 a 1991, marcado también por sus fiestas nocturnas, sus líos sentimentales y, sobre todo, su adicción a la cocaína a través de la cual conoció y mantuvo relaciones con la Camorra, la mafia napolitana.
“Representé al sur, a una parte de Italia que no contaba”, confió el argentino en el documental del 2008 que le dedicó Emir Kustirica, transmitido la noche del miércoles por el canal 7 de la televisión italiana.
Para Il Mattino, el diario de la capital del sur de Italia, entre las ciudades más pobres de la península, donde la tasa de desempleo ha alcanzado el 30%, tres veces más de la media nacional, Nápoles es ahora “la tumba de Maradona”.
Debido al confinamiento que limita los movimientos en la región de Campania, fuertemente afectada por el covid-19, las autoridades han impedido grandes manifestaciones ya que rige el toque de queda nocturno y las tiendas y restaurantes están cerrados.
Pese a ello, el duelo se percibe, “el Rey”, el “inmortal”, el “Dios” será recordado como el “el eterno rebelde que regaló felicidad y redimió a una humanidad desesperada y sufrida”, convertido hoy en un “símbolo de libertad”, como escribe el diario de izquierda Il Manifesto.
“El último héroe de los últimos”, que unió a una ciudad, a pobres y ricos, con el fútbol, ahora “juega con los ángeles, que lo quieren como capitán, para que los lleve en triunfo como sólo él sabe hacerlo”, resume emocionado Gianmpiero ante el estadio que llevará el nombre de la leyenda argentina.