Estas historias muestran la riqueza social y cultural del país, pero también su sistema social estricto y sexista.
Todos los inviernos, los coloridos calcetines tejidos por su abuela le mantenían los pies calientes, pero un día Lorina Sthapit decidió venderlos al mundo, junto con historias de la vida en Nepal.
“Cada objeto tiene una historia, un valor histórico y cultural. Queremos mantener esta herencia y ese arte vivos para el futuro”, dice Lorina, de 32 años, cofundadora de Aji’s –“aji” significa “abuela” en newari, el idioma local.
Aji’s, que lanzó en 2018 junto a su hermana Irina y su marido Pursarth Tuladhar, ofrece artículos hechos por personas mayores, especialmente abuelas, como ropa de punto, mantas, pulseras y joyas.
Van acompañados por podcasts y blogs con historias o canciones sobre la vida de estos artesanos de la tercera edad.
Una de ellas cuenta cómo se casó a los ocho años, la otra su lucha por criar y educar a cinco hijos por su cuenta en una sociedad patriarcal.
Estas historias muestran la riqueza social y cultural del país, pero también su sistema social estricto y sexista.
“En su época, la mayoría de las cosas se hacían a mano y no se compraban”, observa Lorina. “Hay una asombrosa riqueza de talento y experiencia entre la gente de esta generación”.
Nacida en Katmandú, Lorina Sthapit comenzó como bailarina de katakh, una danza clásica india cuyo nombre proviene de la palabra sánscrita “kattakha”, que significa “el que cuenta historias”.
Luego se dedico al desarrollo durante unos diez años y su trabajo para Oxfam o el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de Naciones Unidas la llevó a Uganda, Uzbekistán e Italia.
Licenciada en estudios de género, también imparte un curso sobre el empoderamiento de la mujer en la primera universidad para mujeres de Nepal, Padma Kanya Multiple Campus.
Ahora se dedica a Aji’s, que encaja con su pasión por contar la historia de Nepal desde otro ángulo.
Unos treinta artesanos mayores, en su mayoría mujeres, colaboran en el proyecto, utilizando técnicas y materiales tradicionales nepalíes.
Sus objetos se venden en dos tiendas en el valle de Katmandú y en la tienda online estadounidense Etsy.
Los hijos y nietos de los artesanos están asociados al trabajo, para fortalecer los lazos familiares.
– Más audaz –
Lorina descubrió que su propia abuela era “más segura y atrevida” de lo que pensaba.
“Es como si ese lado hubiera permanecido oculto y ahora ha encontrado reconocimiento y revelado su personalidad más audaz”, dice.
Para Lorina, también se trata de dar a los artesanos un sentido a su trabajo.
Cuando le dijo a su abuela, Champa Devi Tuladhar, de 77 años, que sus calcetines eran un gran éxito entre los clientes, vio cómo se le iluminaban los ojos.
“A mi abuela le gusta mucho mantenerse activa y cuando teje incluso olvida su dolor en las articulaciones”.
En Nepal, las familias no quieren que los ancianos, que viven con ellos, trabajen o ganen dinero.
Por eso a Lorina le costó explicar que mantenerse activo contribuye al bienestar físico y mental de una persona mayor.
Pero la reacción de su propia abuela la animó. “La alegría que trajo a su vida me hizo pensar que a otros abuelos también les gustaría crear cosas”.
De hecho su abuela se convirtió en apóstol del trabajo de los ancianos.
“Trabajar es mucho mejor que estar sin hacer nada. Dicen que las personas mayores no deberíamos trabajar, pero yo disfruto mucho trabajando (…) y también diciéndoles a los demás que se involucren”, dice a la AFP.
Otra de las abuelas de Aji’s, Dil Hera Tuladhar, de 85 años, cosió chales y mantas tradicionales durante años.
Pero solo empezó a ganar dinero con ellos hace dos años: “Nunca había ganado dinero en mi vida, me hace feliz y orgullosa”.
Esta alegría “es lo que nos motiva”, dice Lorina. “Queremos ayudar a las personas mayores a llevar una vida sana y feliz, promoviendo sus creaciones y habilidades o compartiendo sus historias”.