Cuatro nuevos dirigentes procedentes de tres regiones de Libia tendrán, según Naciones Unidas, que “reunificar las instituciones del Estado”, en un país dividido y con dos autoridades rivales ubicadas en el oeste y el este.
Libia inicia este sábado una nueva fase de su transición política después de la elección de un nuevo ejecutivo temporal y unido que tendrá que instaurar un nuevo gobierno, preparar las elecciones de diciembre y poner fin a una década de caos.
Cuatro nuevos dirigentes procedentes de tres regiones de Libia tendrán, según Naciones Unidas, que “reunificar las instituciones del Estado”, en un país dividido y con dos autoridades rivales ubicadas en el oeste y el este, y “garantizar la seguridad” hasta las elecciones nacionales previstas para el 24 de diciembre.
Este nuevo paso fue saludado por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, como “una muy buena noticia en nuestra búsqueda de la paz”.
Las fuerzas del mariscal Jalifa Haftar, que controlan el este del país, también saludaron el acuerdo, declaró el portavoz del jefe militar, Ahmad al Mesmari.
El portavoz felicitó en particular “a las personalidades patrióticas” que asumirán las riendas del gobierno provisional.
Los gobiernos de Alemania, Italia, Francia, Estados Unidos y Reino Unido se felicitaron en un comunicado conjunto por el nuevo gobierno interino, aunque le advirtieron que le queda un “largo camino”.
El ingeniero Abdel Hamid Dbeibah, de 61 años, fue designado el viernes primer ministro interino por los 75 participantes en el Foro de diálogo político cerca de Ginebra, en el marco de un proceso lanzado por la ONU en noviembre.
Oriundo de Misrata (noroeste), cerca de la capital Trípoli, el rico empresario tiene 21 días para formar su gabinete. Tendrá otros 21 días suplementarios para obtener la confianza del parlamento, es decir, a más tardar el 19 de marzo.
Con esta elección, se inicia una nueva fase y termina otra: la de los acuerdos de Skhirat (Marruecos), firmados en 2015 bajo la égida de la ONU, que condujeron a la formación del Gobierno de unión nacional (GNA, basado en Trípoli) y la designación de su jefe, Fayez al-Sarraj.
Pero Sarraj nunca consiguió la confianza del Parlamento ni impuso su autoridad en el conjunto de las fuerzas políticas y militares del país.
– Consejo presidencial –
Un consejo presidencial interino, integrado además del primer ministro por otros tres miembros, fue asimismo designado el viernes.
El nuevo primer ministro está lejos de generar una total unanimidad, pues ocupó cargos importantes bajo el régimen de Muamar Gadafi, que cayó en 2011 tras 42 años en el poder.
Además, junto a su primo Ali Dbeibah –también próspero empresario–, es objeto de investigaciones en Libia y otros países por malversaciones. Este mismo primo formaba parte del Foro que votó el viernes el nuevo ejecutivo.
Diez años después de la caída de Gadafi, Libia sigue sumida en una grave crisis política, con hasta ahora dos ejecutivos adversarios: en el oeste, el GNA reconocido por la ONU y apoyado por Turquía, y en el este, Haftar, apoyado por Rusia.
Tras el fracaso de la ofensiva lanzada por el mariscal Haftar en abril de 2019 para conquistar Trípoli, los dos bandos concluyeron un alto el fuego en octubre y retomaron la vía del diálogo, alentado por la ONU.
Ahora bien ¿tiene la nueva autoridad ejecutiva los medios para sacar al país del marasmo?
“Al principio, los libios no éramos optimistas”, comentó a la AFP Adil al Kakli, un habitante de Trípoli de 43 años.
“Pero ayer la alegría era palpable, porque vimos estas iniciativas como la emergencia de un Estado”, añadió.
“Tendrá muy poco poder en el terreno. Le costará mucho ejercer cualquier influencia en el este de Libia e incluso en el oeste del país se enfrentará a una fuerte oposición.
No es un ejecutivo que pueda unir a Libia”, estimó en cambio, Wolfram Lacher, investigador en el Instituto Alemán de Asuntos internacionales y de Seguridad.