La fuerte relación formada entre dos murciélagos vampiros adultos puede haber motivado a que uno de estos adopte al bebé del otro.
Durante un estudio con murciélagos vampiros cautivos en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) en Panamá, una cría de murciélago vampiro juvenil fue adoptada por una hembra no relacionada después de la muerte de su madre. Aunque esta observación no es el primer informe de adopción en murciélagos vampiros, está contextualizada de forma única por más de 100 días de imágenes de cámaras de vigilancia.
Este metraje capturado por el laboratorio de Gerry Carter, investigador asociado de STRI en la Universidad Estatal de Ohio, revela detalles íntimos sobre las cambiantes relaciones sociales entre la madre, la cría y la madre adoptiva a lo largo de su tiempo en cautiverio.
“La adopción se llevó a cabo después de un hecho muy triste, pero en última instancia fortuito”, comentó Imran Razik, entonces becario a corto plazo en STRI y estudiante de doctorado en la Universidad Estatal de Ohio. “Después de que la madre murió y la otra hembra intervino para adoptar al bebé, nos dimos cuenta de que habíamos registrado toda la historia social de estas dos hembras adultas que se conocieron por primera vez en cautiverio. La fuerte relación que formaron basada en el acicalamiento mutuo y el compartir alimento puede haber motivado esta adopción”.
Para obtener más información sobre cómo los murciélagos vampiros forman vínculos sociales, los investigadores del laboratorio de Carter capturaron murciélagos vampiros de tres sitios en Panamá. Estos sitios estaban muy distantes unos de otros, de modo que los murciélagos no estaban relacionados y nunca se habían conocido antes. Su nuevo hogar, una jaula envuelta en una tela de malla negra, estaba equipada con tres cámaras de vigilancia por infrarrojo, cada una de estas registró aproximadamente seis horas de metraje, todos los días durante cuatro meses.
Por medio del metraje, se observó que los murciélagos que inicialmente no se conocían, comenzaron a formar nuevos lazos sociales, los cuales se definen mejor mediante interacciones de aseo y distribución de alimentos. Acicalar a otros individuos es algo común, mientras que compartir alimento es menos común, especialmente entre extraños.
Para sobrevivir, los murciélagos vampiros deben comer con frecuencia, generalmente todas las noches. Si un murciélago no puede encontrar alimento, puede recibir sangre regurgitada de un compañero social cercano.
“Hasta cierto punto, estábamos tratando de ver si podíamos influir en la elección de pareja entre los murciélagos, manipulando si podían compartir alimento y cuándo”, comentó Razik. “Queríamos ver cómo se estaban formando estas relaciones de aseo y distribución de alimentos, por lo que realizamos un seguimiento de todas las interacciones de aseo y distribución de alimentos en las grabaciones de video”.
Cuando la madre murciélago, Lilith, murió inesperadamente y su cría de 19 días fue adoptada por otra hembra, llamada BD, el equipo de investigación continuó con sus observaciones.
“Poco antes de que Lilith muriera, noté que la cría ocasionalmente se subía a BD, y supongo que esto pudo haber iniciado una cascada de mecanismos neuroendocrinos que hicieron que BD empezara a lactar”, comentó Razik. BD no estaba embarazada y no tenía una cría propia, pero Razik descubrió que estaba lactando el día que murió Lilith. Después de la muerte de Lilith, además de amamantar, BD pareció acicalar y compartir alimento con la cría más que cualquier otra hembra de la colonia.
Un investigador alemán en la década de 1970 observó varias veces la adopción de murciélagos vampiros en su colonia cautiva, por lo que este hallazgo no era nuevo. Sin embargo, antes de salir de Panamá, Razik dio un recorrido por el proyecto de murciélagos vampiros a una de las científicas senior eméritas de STRI, Mary Jane West-Eberhard, y ella mencionó que sería interesante hacer un seguimiento de las relaciones entre la madre, la cría y la adoptante. Carter y Rachel Page, científica de STRI y directora del Laboratorio de Murciélagos en Gamboa, Panamá, estuvieron de acuerdo en que valía la pena observar más de cerca las relaciones entre estos murciélagos.
Cuando Razik revisó los videos después de que terminó el experimento, no solo resultó que BD y Lilith habían sido principales compañeras de acicalamiento, sino que BD también era la principal donante de alimentos de Lilith. Sin embargo, Lilith no pareció compartir alimento con BD. Además, los datos confirmaron la impresión inicial de Razik: BD ayudó a la cría en más ocasiones que cualquier otra hembra.
“Otro descubrimiento intrigante fue que BD y otro murciélago, llamado BSCS, que habían estado en cautiverio antes, eran los dos murciélagos que más acicalaban a la cría”, comentó Razik. “Ahora nos preguntamos si de alguna manera la experiencia de estar en cautiverio motiva a los individuos a invertir en otros murciélagos en más ocasiones o a adoptar crías huérfanas con una necesidad crítica”.
“En comparación con otros murciélagos, los vampiros hacen inversiones extraordinarias en su descendencia”, comentó Page. “Y todavía no sabemos si, o con qué frecuencia, la adopción puede ocurrir en la naturaleza. Pero esta fue una oportunidad increíble para comprender mejor qué tipo de relaciones podrían resultar en una adopción”.
“Estudiar la adopción podría darnos una idea de qué factores inmediatos en el cerebro o el entorno afectan las decisiones sobre el cuidado de los padres”, comentó Carter. “¡Como padre primerizo, me he dado cuenta del poder absoluto de la ternura de un bebé! Siento que mi cerebro ha sido completamente reconfigurado. La mayoría de nosotros puede comprender el fuerte deseo de adoptar y cuidar de un lindo perrito o gatito, o asumir la responsabilidad final de adoptar un niño. Independientemente de por qué existen estos rasgos, es intrínsecamente fascinante considerar los mecanismos neuroendocrinos que los subyacen, los estímulos que los desencadenan, cómo se diferencian entre especies o individuos y cómo estos rasgos podrían incluso ser pre-adaptaciones para otras formas de cooperación”.
Este trabajo fue publicado en Royal Society Open Science.