Cantantes han tenido que salir a las calles a continuar su misión del arte y obtener sustento, en tiempos de pandemia.
La pandemia está siendo un fuerte golpe para las expresiones culturales. De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), esta industria “resulta ser un elemento determinante para el futuro en lo que se refiere a libertad de expresión, diversidad cultural y desarrollo económico”.
Al respecto, la industria musical ha tenido daños cuantiosos y se han afectado, mayormente, los artistas que laboraban de forma independiente. La música tiene muchos beneficios, es parte de nuestra historia y puede impulsar a muchas transformaciones. También alegra corazones y hace olvidar penas.
El talento del canto es un regalo y escapa de límites, así lo ven muchos de los artistas que se han visto afectados por el cierre de los espacios públicos en los que desempeñaban su profesión. Entre los sitios se encuentran los teatros, discotecas y eventos. Lo señalado es comprensible como fuerza mayor, pues forma parte de las medidas para impedir aglomeraciones, con el fin de evitar la propagación del coronavirus.
Hemos encontrado en nuestras principales avenidas algunos cantantes, panameños y de otros países, demostrando sus dones artísticos de forma excepcional. Regalan su música con destreza y profesionalismo, lo cual atrae la atención de muchos e incita a retribuirles con monedas la grandiosa interpretación y momento de esparcimiento, al tiempo de que continúan dándose a conocer durante la pausa de sus actividades.
Mientras pasaba por la Avenida Central, en la concurrida Peatonal, conocí a Luis Posada y Osvaldo Torres, a través de quienes represento en este escrito a los virtuosos intérpretes profesionales que se encuentran en una dura situación, por lo que han tenido que abocarse a las calles a continuar con la misión del arte para obtener sustento.
Luis es venezolano y tiene 6 años de estar en Panamá. Nos contó que es licenciado en artes plásticas y que tiene un técnico en diseño gráfico. Actualmente se dedica al canto y también a la pintura de arte moderno cubista. Laboraba en un casino de la localidad como cantante, disc jockey y animador. Como tenía un año desempleado, decidió salir a la calle a cantar. Interpreta boleros, rancheras, baladas, salsa, merengue, entre otros.
Osvaldo Torres es panameño. Nos dijo que ha tenido experiencia en Panamá y el extranjero. Ha sido presentador, animador e imitador de voces y personajes. Laboró en emisoras, tenía un programa radial y creaba jingles. Trabajó en hoteles, medios de comunicación, eventos y otros. Hace magia y le conocen como el “Mago Black”.
También es cantante y participó en un programa televisivo denominado “Yo me llamo”, en el cual imitó a Ricardo Arjona, por lo que también le dicen así. Ha impulsado y dirigido a jóvenes talentosos y es el representante de su hija. Ahora realiza algunas actividades mediante la plataforma Zoom y ha tenido que salir a las calles para poder obtener algo de ganancias. Señaló que para él es muy triste debido a que siempre había estado en espectáculos.
Las situaciones de Luis y Osvaldo son muy distintas a tiempo atrás. Obviamente, sus vidas cambiaron por la pandemia y es otra realidad. Ahora luchan por subsistir ante la preocupante condición y ven la necesidad de reinventarse, una vez más.
“La pandemia no para la música”, manifestó Luis, respetuosamente, en su presentación. Aunque lejos de los escenarios, estos dos artistas se mantienen resilientes y positivos, aunque el futuro para ellos aún sea incierto. Mientras tanto, gente solidaria continuará depositando su agradecimiento en el sombrero y la cultura no morirá.
Excelente articulo. Gracias por mantenernos informados de estos temas culturales.
Personalmente salgo temprano de mi hogar para ver ese lindo espectáculo q nos anima a seguir y decir q pronto todos vamos a volver a la normalidad son exelentes artistas y les digo q su aporte a el crecimiento de nuestra cultura es grande q sigan a delante