El Año Nuevo Lunar, que cae este año el 12 de febrero, es la fiesta más importante en China.
¿Regresar para reunirse con la familia y celebrar el Año del Buey a pesar de un viaje lleno de restricciones anticovid-19? ¿O quedarse solo en Pekín, como lo incitan las autoridades? El dilema agita a los chinos que trabajan en la capital.
El Año Nuevo Lunar, que cae este año el 12 de febrero, es la fiesta más importante en China.
Normalmente, cientos de millones de trabajadores aprovechan la oportunidad para regresar a sus provincias de origen.
Con el coronavirus casi erradicado en el país, a pesar de algunos focos localizados en diciembre y enero, especialmente en Pekín, muchos esperaban celebrar el nuevo año con normalidad.
Pero por precaución, escaldada por los recientes focos locales, el ayuntamiento de la capital ha llamado a los habitantes a evitar todo desplazamiento “innecesario” fuera de la ciudad alrededor de las vacaciones de Año Nuevo (del 11 al 17 febrero).
Para desalentar a los posibles interesados en viajar, las autoridades utilizan a la vez incentivos financieros -para los que se quedan- y exámenes y formalidades para los que parten.
“Para volver a casa, tengo que hacer una prueba PCR y obtener un certificado. No es práctico”, explica a la AFP Hou Sibai, un repartidor de comidas originario de Gansu (noroeste), que trabaja en Pekín.
Finalmente pasará las fiestas en la capital con su mujer y su hija.
Para animar a la gente como Hou Sibai a no viajar, Pekín prometió repartir 40 millones de yuanes (6,2 millones de dólares) en cupones de descuento, para su uso en aplicaciones de comercio electrónico.
También se ofrecen gratis películas en línea y paquetes de datos para teléfonos inteligentes.
– Asientos vacíos –
Y la estragegia funciona. Los viajes por ferrocarril y aire disminuyeron 80% en comparación con el año pasado, según el ayuntamiento.
En la estación de tren de Pekín, normalmente abarrotada durante las fiestas, muchos asientos están vacíos y no hay colas en los cajeros automáticos.
Sin embargo, la caída a cero del número de nuevos pacientes de covid-19 en China en los últimos días ha llevado a algunos a tomar el tren.
Como Li Xinjun, una empleada doméstica de 50 años que viaja a Hebei (norte) para ver a su hijo y su familia. “Mis clientes trabajan en el hospital. Así que el año pasado, debido a la epidemia, no pudieron tomarse un tiempo libre. Por eso, yo tampoco había vuelto a casa”, cuenta a la AFP.
Otra viajera, Liu Wenjing, explica a la AFP que va a Henan (centro) bajo la presión de su familia. La joven de 24 años cree que sus padres quieren presentarle a potenciales novios durante las fiestas, un ritual muy arraigado en China. “No tengo prisa (para casarme), pero ellos sí”, subraya.
Las restricciones varían de un lugar a otro del país. Algunas zonas rurales imponen, por ejemplo, cuarentenas a todos los visitantes.
Algunas de las limitaciones más fuertes están en Pekín. Los viajeros que entren en la capital deberán presentar una prueba PCR negativa antes del embarque. A continuación deben efectuar otras dos pruebas 7 y 14 días después de la llegada, sometiéndose a dos semanas de “vigilancia médica”, que consisite esencialmente en informar de su temperatura a las autoridades.