La idea del aprovechamiento diurno de luz natural fue planteada, por primera vez, en EE.UU. en el siglo XVIII por el científico y diplomático estadounidense Benjamín Franklin.
La próxima madrugada los relojes se adelantarán una hora y a las 2:00 a.m, serán las 3:00 a.m., horario con el que se dará entrada al de verano, en una medida que busca adaptar las actividades sociales y económicas al ciclo de luz natural veraniego.
Tradicionalmente, buena parte de los Estados Unidos inicia el horario de verano el segundo domingo de marzo y vuelve al invernal el primer domingo de noviembre.
Arizona, Hawai y el estado libre asociado de Puerto Rico, así como otros territorios como Guam o las Islas Vírgenes estadounidenses y Samoa, no cambiarán la hora, mientras que Alaska adelantará su reloj una hora después que en la zona Pacífico, pues en los EE.UU. cada zona horaria cambia a una hora diferente.
El periodo de horario veraniego se prolongará hasta el próximo 7 de noviembre a las 2:00 a.m., momento en el que se retrasará de nuevo el reloj 60 minutos.
Este cambio de hora supondrá más horas de luz durante las tardes, y con la entrada del verano más horas de calor.
La idea del aprovechamiento diurno de luz natural fue planteada, por primera vez, en EE.UU. en el siglo XVIII por el científico y diplomático estadounidense Benjamín Franklin. Su propuesta consistía en adelantar los relojes una hora durante el verano para rentabilizar mejor la iluminación natural y reducir el consumo de velas.
El horario de verano se comenzó a aplicar en EE.UU. de manera temporal durante la Primera Guerra Mundial y se generalizó en 1966.
Pero la conveniencia de estos cambios horarios divide en la actualidad a la sociedad.
Varios estudios recogen que el ahorro energético -justificación por la que se adoptó la medida- es mínimo, por lo que no se justifica el cambio de hora.
Otros expertos han señalado los efectos negativos del “pequeño jet lag” que se produce en el organismo con los cambios de hora, los mismos que según otras opiniones son mínimos.
Entre los síntomas del trastorno afectivo estacional estarían la fatiga, un estado de ánimo deprimido, pérdida de interés, dificultad para dormir o sueño excesivo, cambios en el apetito, sentirse inquieto o tener dificultades para concentrarse o sensibilidad al rechazo de amigos y familiares y, como resultado de ello, retraimiento.
Tal es la polémica que en varios estados se han presentado proyectos de ley para acabar con la costumbre del cambio de horario bianual.