Dos de los cinco millones de habitantes de Rangún, la capital económica, están bajo la ley marcial.
Numerosos habitantes de Rangún huían este viernes de la principal ciudad de Birmania, donde la junta militar intensifica su sangrienta represión contra los manifestantes prodemocracia.
Casi 230 civiles han muerto desde el 1 de febrero, el día del golpe militar que instaló en el poder a la junta y derrocó al gobierno civil dirigido de facto por Aung San Suu Kyi.
El balance podría ser más grave, pues centenares de personas están desaparecidas en las últimas semanas.
Dos de los cinco millones de habitantes de Rangún, la capital económica, están bajo la ley marcial.
Y algunos barrios se han sumido en el caos, con manifestantes lanzando proyectiles y cócteles molotov contra el ejército y la policía, que dispara munición real.
En este contexto, el éxodo se intensifica. Una de las principales carreteras de salida de la ciudad estaba totalmente congestionada el viernes, con vehículos llenos hasta los topes, y los residentes apilando sus pertenencias en los techos, según imágenes de un medio local.
“Vuelvo a mi Estado natal de Rakáin”, en el oeste, dijo a la AFP una habitante, dispuesta a tomar un autobús. “No me siento segura, soy incapaz de dormir. En mi barrio, las fuerzas de seguridad han secuestrado y torturado a gente”, añadió.
En las redes sociales, muchos internautas alentaban a la población a irse, ya que “la situación en la ciudad es aterradora” aunque otros imploraban que se quedaran por “solidaridad”.
“Era demasiado estresante vivir en Rangún”, dijo un joven orfebre que consiguió llegar a Kyaukpyu, una ciudad costera a más de 600 kilómetros.
– Flujo de refugiados –
Del otro lado de la frontera, las autoridades de Tailandia se preparan a recibir un flujo de refugiados, “de 30.000 a 50.000”, dijo el gobernador de la provincia de Tak, Pongrat Piromrat.
Unos 90.000 refugiados birmanos viven ya a lo largo de la porosa frontera de 1.800 km que separa a los dos países. Huyeron tras décadas de guerra civil entre el ejército y facciones rebeldes.
Los birmanos también han cruzado a la vecina India en las últimas semanas.
Las fuerzas de seguridad continúan su implacable represión.
El viernes, al menos dos manifestantes murieron por disparos en una pequeña ciudad del noreste del país, según un trabajador funerario que afirmó que el número de muertos había aumentado.
“Todavía no hemos recogido los cadáveres porque el tiroteo continúa”, dijo.
Otra persona murió en el estado de Kayah cuando las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra una protesta, según un socorrista.
La Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP) dijo que las tácticas utilizadas por el ejército eran cada vez más violentas, incluyendo “asesinatos, torturas, destrucción de viviendas y otras propiedades privadas y saqueos”.
Los militares “inculcan un clima de miedo y subordinación”, añade la oenegé, que informa diariamente sobre la situación.
Según varios testimonios, también se obliga a los residentes, a punta de pistola, a destruir las barricadas improvisadas levantadas por los manifestantes contra las fuerzas de seguridad.
La junta no respondió a las preguntas de la AFP.
En la capital, Naipyidó, un periodista birmano que trabaja para el servicio local de la BBC, Aung Thura, está “desaparecido” tras ser secuestrado por hombres no identificados, según la cadena de televisión británica, que pide a las autoridades “que nos ayuden a localizarlo y a confirmar que está a salvo”.
Un medio de comunicación local, Mizzima, declaró que uno de sus reporteros, Than Htike Aung, había sido “detenido” al mismo tiempo que Aung Thura.
Más de 30 periodistas han sido detenidos desde el golpe de Estado
Entretanto, Birmania se cierra cada vez más. Las conexiones a internet siguen muy perturbadas y solamente los medios estatales cubren ahora la crisis.
Unas 2.200 personas han sido detenidas estas últimas seis semanas, en particular miembros del partido de Aung San Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia (LND).
Las últimas fueron las de Kyi Toe, el responsable de información, y de otro líder del movimiento, según un exdiputado de la LND.
– “Alta traición” –
Muchos diputados de la LND pasaron a la clandestinidad y algunos formaron un parlamento en la sombra, el Comité de Representantes de Pyidaungsu Hluttaw (CRPH), el órgano legislativo de Birmania.
El vicepresidente del CRPH, Mahn Win Khaing Than, y su “enviado especial” en la ONU, Doctor SaSa, fueron acusados de “alta traición”, castigada con 22 años de prisión.
Al mismo tiempo las amenazas judiciales se ciernen sobre Suu Kyi, detenida en lugar secreto desde el 1 de febrero.
Ya ha sido imputada varias veces, acusada de recibir cientos de miles de dólares en sobornos, y es objeto de otra investigación sobre la Fundación Daw Khin Kyi, creada por ella.
De momento, la junta ha ignorado las múltiples condenas internacionales y las sanciones aplicadas por varias potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos y la Unión Europea.