Actualmente, el público objetivo, es de más panameños que de chinos, pero se mantiene la esencia del lugar, como son los víveres y especies chinas, aunque adaptados al público de Panamá.
Recorrer la callejuela que otrora albergó a muchos establecimientos de propiedad de chinos, se ha convertido en un área poco concurrida por quienes se acercan al lugar en la búsqueda de especies diversas y los aderezos indispensables para cocinar una auténtica comida china.
Desde el símbolo que simula la entrada al barrio hasta el final de la calle, lo que tristemente se observa es suciedad, basura, edificios desgastados y en ruinas, poco habitables, sin embargo, se aprecia a varias familias que los habitan.
En este barrio, inclusive, funcionó un centro escolar al que asistían los hijos de los inmigrantes chinos, en su mayoría, pero con los años, se trasladó al área del Boulevard El Dorado, conocido hoy en día como el Centro Cultural Chino-Panameño, cuya construcción se inició por el año 1985.
Son pocos los locales que en esta calle se ubican. Pasadas las 11:00 de la mañana, pocos han abierto, otros se mantienen cerrados a consecuencia de la pandemia de la Covid-19, según se pudo conocer en el lugar.
Las bolsas de los hongos secos, las algas, salsas, enlatados y otros aderezos para la preparación de las apreciadas y degustadas comidas chinas, no solo por los descendientes chinos, sino por los panameños u otros grupos étnicos radicados en el país, todavía se pueden obtener en algunos de los pocos establecimientos que aún se mantienen en pie.
De lo que se conserva todavía en los locales, es el variado olor de la multiplicidad de especies que se venden en esas tiendas como: la canela en rama, clavos de olor, anís estrellado y de lo que también se pueden encontrar, es una variedad de té aromáticos y hasta medicinales.
Como nos dice Winny Chen, propietaria junto a su madre del local Supercentro Mundo Juvenil, todo ha cambiado mucho, desde que ellos llegaron al lugar hace, aproximadamente, siete años, aunque comentó que el propietario anterior, tendría más de 20 años de poseer el negocio.
Señaló que, actualmente, el público objetivo, es de más panameños que de chinos, pero que mantienen la esencia del lugar, como son los víveres chinos, aunque adaptados al público de Panamá.
La joven Chen agregó que hay pasillos ajustados para los panameños, que son muy dados a comprar diversas especies por libra o en otras cantidades, como son la canela, el romero, distintos caldos, consomé, cebada, pimienta negra, dulce, entre muchos otras.
Para el público chino se ofrece una variedad de salsas, fideos y especies para hacer sopas, semillas, hongos, por mencionar algunas. Comentó que la afluencia de sus paisanos no es mucha, debido a que en otros lugares como en el Dorado, Costa del Este y otros, se han abierto muchos comercios dedicados a ofrecer variados productos.
Se observó en el lugar los famosos resguardos chinos, que como mencionó la joven empresaria, son para la suerte , “se usan como resguardos o simplemente como parte de una decoración en los hogares y negocios”.
Existe una variedad de espejos en distintas formas y tamaños, sobre estos, dijo que se les utiliza para alejar los males, otros usan el jade para la suerte y protección. En el año nuevo chino, es común el cambio de estos objetos, comentó.
La variedad de porcelana, platos, tazas y otros, son muy vendidos, no solo entre los descendientes chinos, sino entre los panameños amantes de la milenaria cultura china.
La presencia china en Panamá se remonta a unos 167 años, que se representa con mucho honor, lealtad y trabajo. “La mayoría de los paisanos vienen a trabajar”, destacó.
Aunque apenas cuenta con 20 años de edad, Winny Chen disfruta su permanencia en el barrio, en donde han disfrutado por años, los bailes y tradiciones de China, en distintas épocas, especialmente en el año nuevo chino.
Tanto los propietarios de los locales de los asiáticos en el área como los panameños que se desplazan por allí, están a la espera de que las autoridades del Municipio de Panamá den a conocer el inicio de las obras pendientes de ejecución y si al final, será una peatonal o se permitirá el desplazamiento de automóviles, como se pudo apreciar.
Cuesta mucho desplazarse por este lugar, donde su historia y tradición, parecen haber quedado en el olvido, porque no cuenta con ningún tipo de facilidad, llámese un área de aparcamiento. Una situación que ha hecho que muchas personas se hayan olvidado del barrio Chino, un lugar majestuoso de gran valor para los chinos como para los panameños que gustan disfrutar de lo que se ofrecía en estos pequeños comercios.
La cantidad de basura que se observa en el lugar es propia de la inconsciencia de quienes viven en el área, que, prácticamente, conviven con la inmundicia, porque son ellos quienes lanzan sus desperdicios, incluso frente a sus cuartos, sin importar que tienen niños y eso se puede convertir en foco de enfermedades y alimañas.
La presencia china en Panamá se remonta al año 1854, cuando arribaron al istmo 705 chinos contratados para laborar en la construcción del ferrocarril transístmico, según notas del sociólogo y descendiente chino, doctor Ramón Mon.
Se reseñó que los primeros chinos fueron ubicados en un poblado llamado Matachín, cerca a la confluencia de los ríos Chagres y Obispo, poblado que se perdió, cuando se dio la inundación para crear el lago Gatún, para abastecer el Canal de Panamá.
En agosto de 2015, el alcalde del distrito de Panamá, José Blandón, informaba de las adecuaciones y limpieza que se harían en el área.