En Lourdes, célebre centro de peregrinaje católico en el sur de Francia, los peregrinos procedentes de todo el mundo comienzan a volver gracias a la flexibilización de las medidas sanitarias, pero la afluencia sigue siendo menor que en los años previos al covid-19.
“Esta vez hemos venido a dar las gracias por haber podido superar esta pandemia”, dice a la AFP el brasileño Paulo da Silva, que hizo, por segunda vez, el viaje a este santuario dedicado a la Virgen María junto a su familia.
“Mirábamos las noticias todo el tiempo. Cuando vimos que Francia abría sus fronteras decidimos venir”, añade da Silva.
Sin embargo, la afluencia de peregrinos extranjeros, a menudo de edad avanzada, sigue siendo baja, ya que siguen existiendo varias restricciones a los viajes.
Esta ciudad y su santuario, al que acuden muchos enfermos en busca de un milagro, “no es un destino banal pero con la variante Delta, muchas personas frágiles prefieren no hacer el viaje”, dice Christian Gélis, presidente de la unión hotelera (Umih) del departamento de los Altos Pirineos.
En lugar de los 3,5 millones de visitantes anuales habituales, el santuario prevé recibir este año alrededor de un millón, una cifra considerada demasiado optimista para Gélis.
Este descenso será particularmente fuerte en dos categorías especialmente importantes para Lourdes: las peregrinaciones de grupo y los enfermos.
El santuario, que acogía a hasta 30.000 enfermos por año, prevé recibir alrededor de 3.000 este año, mientras que las peregrinaciones de grupo movilizarán a unas 100.000 personas, frente a las 600.000 habituales.
– “En busca de esperanza” –
Sylvie Mayeux, de 56 años, esperaba con impaciencia poder venir a Lourdes. “Siempre he soñado con venir pero hasta ahora nunca había podido. Vengo en busca de esperanza. Estoy contenta, apenas entramos me sentí bien”, dice esta francesa.
Valérie Creuza, que vive cerca de Lourdes, vino con su suegra, que quería conocer el santuario, y encontró la ciudad “muy vacía”. “Está bien, porque hay menos gente, pero necesitamos peregrinos y turistas”, comenta.
Un punto de vista compartido por la gerente de una tienda cercana al santuario, que prefiere no comunicar su nombre. “No tenemos muchas opciones. Dependemos mucho de los extranjeros”, dice, sola en su tienda.
Esta menor afluencia se percibe en toda Lourdes, el segundo destino hotelero de Francia, después de París. La ciudad, de 14.000 habitantes, depende en un 90% del turismo.
– “Menos extranjeros” –
En el Gran Hotel Gallia & Londres, ubicado a pocos metros del santuario, “hay muchos menos extranjeros” que otros años, confirma su director, Jerôme Tremblet. “Todos los grupos, las peregrinaciones, han sido canceladas”.
En la misma calle del hotel, las tiendas abiertas tienen poca o ninguna clientela.
Aunque la reactivación es “aún tímida”, algunos extranjeros, en particular españoles e italianos, “comienzan a regresar”, señala el rector del santuario, Olivier Ribadeau Dumas.
Marcelo Zamora y su familia acaban de llegar de Ecuador. Dicen estar “muy emocionados” de estar en Lourdes por primera vez.
“Habíamos planeado venir el año pasado, pero no pudimos hacerlo debido a la pandemia. Queríamos venir a este lugar histórico y sagrado para dar las gracias por todas las cosas buenas que hemos recibido en la vida y también para rezar por la familia. Gracias a Dios, ahora podemos hacerlo”, cuenta este ecuatoriano de 60 años.