Colombia, mayor productor de cocaína del mundo, tiene 7.844 hectáreas de narcocultivos sembrados en reservas naturales, un área ligeramente superior a la de Manhattan, según un informe presentado este jueves por una coalición de oenegés.
“Los parques en muchas partes son invadidos, son deforestados, son llenados coca”, reclamó la bióloga Brigitte Baptiste durante la presentación de los resultados consolidados por la iniciativa Parques Nacionales Cómo Vamos.
Se trata de la primera edición de este informe, basado en datos oficiales y de Naciones Unidas, y respaldado por oenegés como World Wildlife Fund y Wildlife Conservation Society.
“Tenemos casos crónicos: el caso de La Macarena (centro), el caso de Paramillo (noroeste) y el caso de Farallones (suroeste)”, todas reservas biodiversas, detalló la profesora Sandra Vilardy, directora de Parques Nacionales Cómo Vamos.
Solo estos tres parques concentran 4.189 de las 143.000 hectáreas de coca sembradas en el país.
Según el gobierno los cultivos ilícitos son, junto con la ganadería y la construcción de vías ilegales, las principales causas de deforestación en el país.
Colombia es uno de los países más biodiversos del planeta, con 59 parques que son reservas naturales. En total abarcan unos 18 millones de hectáreas y 30 de ellos están “presionados por los cultivos de coca” en sus alrededores.
El caso más grave es el parque Catatumbo Bari, fronterizo con Venezuela, que concentra en su vecindad el 15,5% de los cultivos de coca de Colombia. Según el documento, casi la mitad de los cultivos ilícitos se encuentran cerca de parques naturales.
Colombia tiene la mayor área sembrada de narcocultivos del mundo por delante de Perú y Bolivia, mientras Estados Unidos es el mayor consumidor de cocaína.
Para la Oficina de Política Nacional de Control de Drogas de la Casa Blanca, el país registró cifras récord de cultivos (245.000 hectáreas) y producción (1.010 toneladas) del polvo blanco el año pasado.
El presidente conservador Iván Duque le ha dado prioridad a la lucha antidroga. Su estrategia contempla la reanudación de la fumigación aérea con glifosato, suspendida en 2015 por la justicia por sus potenciales daños a la salud humana y el medioambiente.