El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, pidió el lunes a Pakistán que no reconozca al nuevo gobierno afgano hasta que los talibanes cumplan las expectativas de la comunidad internacional.
En su comparecencia ante el Congreso sobre la victoria de los talibanes en Afganistán, Blinken escuchó a legisladores de todos los partidos, quienes abogaban por una línea más dura con Pakistán, que ha sido un socio incómodo de Washington durante estos 20 años de guerra.
“Tenemos que insistir en que todos los países, incluido Pakistán, cumplan las expectativas que la comunidad internacional tiene sobre lo que se exige a un gobierno dirigido por los talibanes, si quiere recibir algún tipo de legitimidad o apoyo”, declaró Blinken ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes.
Añadió que las prioridades incluían garantizar que los talibanes dejen salir a las personas que quieran abandonar Afganistán y que respeten los derechos de las mujeres, las niñas y las minorías, así como que se adhieran a las promesas de que el país no se convierta de nuevo en “un refugio para el terror dirigido hacia el exterior”.
“Por tanto, Pakistán debe alinearse con una amplia mayoría de la comunidad internacional en el trabajo hacia esos fines y en el mantenimiento de esas expectativas”, dijo Blinken.
Añadió que las políticas de Pakistán han sido “en muchas ocasiones perjudiciales para nuestros intereses, y en otras ocasiones en apoyo de esos intereses”.
Esto implica “albergar a miembros de los talibanes, incluidos los haqqanis”, dijo Blinken, en referencia al grupo designado como terrorista por Washington que ahora forma parte del gobierno provisional.
El representante demócrata Joaquín Castro, uno de los varios legisladores que criticaron a Pakistán, pidió a Estados Unidos que considerara la posibilidad de retirarle su estatus de aliado no perteneciente a la OTAN, algo que da a Islamabad un acceso privilegiado al armamento estadounidense.
Los servicios de inteligencia paquistaníes mantuvieron estrechos vínculos con los talibanes desde el ascenso de la guerrilla islamista en la década de 1990.
Luego, Pakistán fue uno de los tres únicos países que reconocieron el gobierno talibán de 1996 a 2001, notorio por su represión de los derechos de la mujer como parte de una interpretación ultraaustera del Islam.
Pakistán, aliado de Estados Unidos durante la Guerra Fría, se comprometió rápidamente a cooperar en la “guerra contra el terrorismo” liderada por Estados Unidos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Pero Pakistán ha visto con frecuencia a Afganistán a través del prisma de su rivalidad histórica con India, un socio importante del gobierno caído apoyado por Occidente.