Fatih Yuksel lleva semanas recorriendo farmacias de Ankara. Al igual que miles de turcos, busca desesperadamente hacerse con medicamentos que desaparecieron del mercado con el colapso de la libra turca.
“A veces no puedo encontrar mis remedios y mi estado empeora. Es muy doloroso”, explica este hombre de 35 años que sufre desde hace nueve años la enfermedad de Behcet, una patología autoinmune rara caracterizada por los fuertes dolores de cabeza. “Es muy difícil, pero tengo que seguir trabajando”, añade.
La libra turca ha perdido más de la mitad de su valor con respecto al dólar desde principios de año. Está en caída libre desde que el mes pasado el presidente Recep Tayyip Erdogan declaró una “guerra de independencia económica”.
Ignorando las teorías económicas clásicas, el jefe del Estado turco obliga al Banco Central a bajar regularmente las tasas de interés, fomentando así una inflación que ha superado 21% en el año.
El sector médico es uno de los más gravemente afectados por su dependencia de las importaciones, mientras que la moneda nacional se desmorona.
Toda una gama de medicamentos para enfermedades como la diabetes, el cáncer o incluso un simple resfrío han desaparecido de las 27.000 farmacias de Turquía.
– Negación de la realidad –
“Turquía está pasando por una crisis de los medicamentos. Muchos proveedores se han retirado del mercado porque empezaban a perder dinero, y el ministerio de Salud sigue pagándoles con un dólar de 4 libras”, explica Vedat Bulut, secretario general de la Unión de Médicos de Turquía.
Según Bulut, actualmente no se encuentran más de 700 medicamentos y la lista se amplía día a día.
Pero las autoridades turcas niegan la existencia de la crisis. Ante la desesperación de los pacientes que los solicitan para encontrar medicamentos no disponibles, los farmacéuticos piden al gobierno que reevalúe el precio de los medicamentos al menos tres veces al año.
“La situación se ha deteriorado debido a la caída de la libra turca”, explica Taner Ercanli, presidente de la Orden de Farmacéuticos de Ankara.
Sin embargo, el aumento actual de los precios de los medicamentos importados no será necesariamente suficiente.
Como la pandemia ha provocado un aumento de los precios de las materias primas, los tratamientos producidos en Turquía también se han visto afectados. Por lo tanto, los productores locales reclaman al gobierno que los retrasos en los pagos tengan en cuenta el tipo de cambio actual y no el tipo acordado en aquel momento.
Las asociaciones patronales advierten que algunas empresas tendrán que cerrar si no logran compensar sus pérdidas.
Los medicamentos que no se encuentran son a veces tan básicos como los jarabes para niños contra la tos. Emin Durmus, de 62 años, experimentó su amarga experiencia cuando lo buscó, en vano, para su nieto de 5 años.
“Estamos en una situación miserable. Espero que los responsables nos escuchen”, lamenta.
Erkan Ozturk, que dirige un centro de salud en Ankara, se debate también contra la falta de medicamentos para la fiebre y las náuseas, o los analgésicos.
“Estamos encontrando serias dificultades para encontrar inyecciones para reducir la fiebre infantil”, explica. Y cuando la red de ayuda interhospitalaria no puede responder, debe simplemente administrar medicamentos por vía oral o utilizar compresas frías, que actúan más lentamente que las inyecciones.