Los escenarios de deforestación muestran la importancia de los bosques secundarios para cumplir con las metas de carbono de Panamá.
El Gobierno de Panamá y otros países tropicales apoyaron las resoluciones aprobadas durante la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), que destacaron la importancia fundamental de reducir la deforestación y restaurar los ecosistemas tropicales. Pero ¿cuánto dióxido de carbono se libera a la atmósfera cuando se destruyen los bosques tropicales? ¿Cuánto carbono se almacena a medida que se recuperan? Esto es esencial para comprender qué significarán estas resoluciones en términos de acciones específicas de deforestación y reforestación en los trópicos.
No es fácil saber cuánto la deforestación impacta el almacenamiento de carbono: las tasas de deforestación se ven afectadas por factores que van desde el desarrollo económico local hasta las fuerzas políticas y económicas mundiales. La planificación de escenarios permite a los tomadores de decisiones e investigadores lidiar con la incertidumbre al visualizar las distintas posibles vías de deforestación.
Basado en mediciones del almacenamiento de carbono forestal en Panamá, un nuevo estudio dirigido por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI) reduce la incertidumbre de los modelos matemáticos que predicen la liberación de dióxido de carbono como resultado de la deforestación y destaca la asombrosa capacidad de los bosques jóvenes, en regeneración o secundarios para extraer este gas de efecto invernadero de la atmósfera.
Los autores proponen tres escenarios de deforestación basados en 1) tendencias recientes de deforestación, 2) tasas calculadas en las décadas anteriores al 2000 y 3) escenarios más esperanzadores en los que la deforestación se detiene por completo o incluso donde los bosques se regeneran en todo el terreno disponible.
Para mejorar la precisión de sus predicciones, calcularon las tasas de deforestación y correlacionaron la cantidad de bosque perdido con características geográficas, basándose en un conjunto de mapas de la cubierta forestal existente en Panamá creado por la coautora del estudio, Kendra Walker.
“Panamá ha hecho avances para calcular tanto el potencial de secuestro de carbono en sus bosques como las emisiones debidas a la pérdida de bosques”, comentó Jefferson Hall, autor principal y científico de STRI. “Los escenarios pueden ayudar a los tomadores de decisiones a anticipar mejor las posibles consecuencias de conjuntos alternativos de decisiones de uso de la tierra, que tienen un impacto significativo en la estrategia de mitigación climática de Panamá”.
El grupo de investigación, que también incluyó a científicos de Harvard Forest, la Universidad Estatal de Arizona y la Universidad de California en Santa Bárbara en los Estados Unidos, la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda y Yale NUS en Singapur, hizo uso de un mapa de densidad de carbono en todo Panamá producido con tecnología láser aerotransportada o LiDAR que combinó un estudio sobre bosques secundarios, con más de 1.1 millones de mediciones de árboles, con estudios locales de reservas de carbono, en raíces de árboles, suelo, lianas, y residuos leñosos.
Su análisis de Panamá central, aproximadamente una cuarta parte del país, incluye el área crucial para el funcionamiento del Canal de Panamá y describe visualmente el paisaje en el 2030 y 2050 bajo posibles escenarios de deforestación. Su discusión incluye una evaluación de cómo estos distintos escenarios impactarían los objetivos de secuestro de carbono de Panamá.
Descubrieron que, con las tendencias actuales de deforestación, que son relativamente limitadas, Panamá central aún podría almacenar alrededor del 15 por ciento de las metas nacionales de carbono para el año 2050. Si la deforestación se detuviera por completo en Panamá central y se dejara que el bosque se regenerara naturalmente en todo el terreno disponible, esa área del país acumularía hasta el 56 por ciento del objetivo nacional para el 2050.
En contraste, frente a una tasa de deforestación acelerada, una en la que la deforestación volviese a los niveles previos al milenio, Panamá central perdería casi la mitad de sus bosques y hasta el 25% de su línea base de carbono para el 2050.
Una característica importante del estudio es que permite una evaluación de eventos puntuales de deforestación. Por ejemplo, si Panamá permitiese la tala de hasta 25,000 hectáreas de bosque maduro para la minería en los distritos de Donoso y La Pintada de Colón y Coclé, como se ha informado en los medios, las emisiones podrían ascender a más de 11 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono o el equivalente a más del 40% de las ganancias potenciales de carbono si se mantuvieran las tendencias actuales hasta el 2030.
Las iniciativas para asegurar que Panamá cumpla con sus objetivos de secuestro de carbono en el futuro requerirán una combinación de reforestación activa y permitir que se lleven a cabo procesos naturales de sucesión forestal. Dejar que estos jóvenes bosques secundarios se regeneren atraerá a las especies locales que se adaptan a las condiciones locales.
Estos bosques también son importantes para la seguridad hídrica gracias al “efecto esponja”, por el cual los suelos del bosque absorben agua durante la estación húmeda y la liberan como flujo de arroyos durante los meses secos.
“Nuestras estimaciones de almacenamiento potencial de carbono demuestran la importante contribución de los bosques secundarios al almacenamiento de carbono en el suelo en el área de Panamá central”, comentó Hall. “La protección de estos bosques contribuirá significativamente a cumplir los objetivos de mitigación del cambio climático de Panamá y mejorar la seguridad hídrica”.
Este estudio fue respaldado en parte por Lloyds Tercentenary Research Fundación.