La Navidad ortodoxa, declarada día festivo en Rusia tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, sigue el viejo calendario Juliano por el que todavía se rige la Iglesia Ortodoxa, a diferencia del Estado, que utiliza desde 1917 el moderno Gregoriano, adelantado trece días.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, felicitó hoy a los rusos por la Navidad ortodoxa y destacó el carácter unificador de este festejo.
“Una de las principales y más queridas celebraciones cristianas, la Navidad, tiene un sentido moral especial. Al unir a la gente en torno a altos ideales y valores espirituales, colma los corazones de alegría y claras esperanzas, e inspira a nuevas acciones”, afirmó, citado por el Kremlin.
Putin destacó que los rusos vinculan a esta celebración “las buenas tradiciones familiares que se transmiten de generación en generación”.
“La Iglesia Ortodoxa rusa y otras confesiones cristianas de Rusia ofrecen un inmenso aporte creador a la conservación de nuestro riquísimo patrimonio histórico, patriótico, cultural, al fortalecimiento de la familia y la educación de la juventud”, añadió.
El mandatario celebró el desarrollo de las relaciones entre las instituciones estatales, las organizaciones sociales y la Iglesia, así como el diálogo entre religiones.
“Se dedica una gran atención al servicio social, a las iniciativas benéficas y educativas. Una actividad tan importante, tan multifacética, merece un reconocimiento sincero”, concluyó.
La Navidad ortodoxa, declarada día festivo en Rusia tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, sigue el viejo calendario Juliano por el que todavía se rige la Iglesia Ortodoxa, a diferencia del Estado, que utiliza desde 1917 el moderno Gregoriano, adelantado trece días.
La costumbre marca que los creyentes en esta jornada acudan a la iglesia y, hasta que la primera estrella aparezca en el cielo, no pueden comer nada excepto “sochivo” (trigo cocido), un plato por el que los rusos llaman “Sochelnik” a la Nochebuena.
Las Navidades en Rusia se enmarcan en un largo puente festivo de diez días en el que, paradójicamente, se rompen muchos matrimonios y se disparan los suicidios debido al excesivo consumo de alcohol y la dificultad de la convivencia.
Y por delante queda el llamado “Viejo Año Nuevo” del 13 de enero que, sin tener rango de fiesta oficial, supone para los rusos otro motivo para brindar con familiares y amigos.