A Pablo Picasso se le atribuye frecuentemente haber roto con todo el arte anterior, pero la exposición temporal que abrirá este martes al público el Museo Picasso de Málaga (sur de España) confirma cómo esa ruptura se produjo a partir de un profundo conocimiento de la tradición artística.
Para ello, confronta una decena de obras del artista malagueño -nueve de ellas de la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte (FABA)- con siete piezas del Museo de Bellas Artes de Sevilla (sur de España) firmadas por El Greco, Francisco Pacheco, Caracciolo, Zurbarán, Cornelius Norbertus Gijsbrechts, Bernardo Lorente Guzmán y Diego Bejarano.
Después de permanecer en el Bellas Artes sevillano del 7 de octubre al 6 de febrero, la muestra se enriquece ahora con otra obra de Picasso, cedida para la ocasión por el Museo de Málaga.
Como ha señalado este lunes en la presentación el director artístico del Museo Picasso, José Lebrero, uno de los rasgos que distinguen tanto al artista malagueño como a algunos de estos maestros antiguos fue el “deseo de innovación”.
“El manierismo español fue rebelde frente a otros manierismos europeos, igual que Picasso participó de un grupo de artistas que en los inicios del siglo XX manifestó su rebeldía”, ha resaltado Lebrero.
Además, Picasso, “como Stravinsky, Ezra Pound o James Joyce, pertenece a lo que se han llamado hacedores de lo nuevo, que sin embargo son neoclásicos, porque son respetuosos con el canon del pasado”.
“Picasso se acerca a la tradición de un modo dinámico, no para copiarla ni plegarse a ella, sino para aprender sus valores, su técnica y su sensibilidad con el fin de hacer su trabajo”, según el director del Museo.
En términos similares se ha pronunciado en un vídeo el comisario de la exposición, Michael Fitzgerald, profesor de arte moderno y contemporáneo en el Trinity College de Hartford (Connecticut, EEUU) y director del programa de investigación sobre Picasso iniciado por FABA.
Para Fitzgerald, Picasso mostró “una profunda relación con los maestros antiguos”, se mantuvo “muy preocupado por la tradición” y su arte “se basó en las tradiciones de su padre”, el también pintor José Ruiz Blasco.
Aunque el pintor español vivió en Francia durante gran parte de su vida, se puede comprobar “que su arte viene de España”, según el comisario, que cree que otro de los grandes descubrimientos de esta exposición será contemplar a estos maestros españoles “como revolucionarios en su tiempo”.
Otra de las novedades respecto a la muestra de Sevilla es que, mientras que en el Bellas Artes el visitante “deambulaba por su colección y descubría las obras de Picasso”, en esta ocasión, en un “museo monográfico” como el Picasso de Málaga, “se ha articulado como una exposición de gabinete” en sus salas para muestras temporales, ha explicado Lebrero.
En los diálogos que se establecen entre las obras se observa, por ejemplo, la inspiración de Picasso en la temática de los martirologios cristianos del arte religioso para abordar temas violentos como la muerte.
Junto a “Salomé con la cabeza del Bautista” de Caracciolo se observa la obra de Picasso “Naturaleza muerta con gallo y cuchillo”, que, como apunta Lebrero, puede aludir a un asunto doméstico en los años 40 como era el sacrificio de esta ave en la cocina, pero también puede ser una alusión a la situación de Francia -cuyo símbolo es el gallo- con la ocupación alemana.
Por su parte, Bernard Ruiz-Picasso, nieto del artista y presidente del consejo ejecutivo del Museo Picasso de Málaga, ha revelado que esta exposición se empezó a gestar en marzo de 2020, al inicio de la pandemia.
“Los museos y los teatros cerraron, la sociedad civil estaba en su casa y tuvimos que anular exposiciones como en muchos países. Decidimos que se tenía que hacer algo y programar algo en este vacío. Con la tristeza que había en el mundo de la cultura decidimos hacer un proyecto sencillo pero con mucho carácter y profundidad”, ha explicado Bernard.