En su vasto territorio, Argentina congrega un sinfín de carnavales que atesoran cultura local e influencia de países vecinos. Un abanico de celebraciones que, rodeadas de júbilo, y en pleno verano, adoptan diversas formas según las regiones, pero siempre con la pasión como denominador común.
Desde Jujuy, lindando con Bolivia, hasta la Tierra del Fuego, puerta de la Antártida, el octavo país más grande del planeta festeja una tradición que tan pronto adopta colores andinos en la jujeña Humahuaca o en uno de los carnavales a mayor altura del mundo, en Salta; como toma forma de brillantes comparsas en Corrientes y Entre Ríos o se viste de murga en La Rioja o Buenos Aires.
En 2011, Argentina volvió a hacer feriados el lunes y martes de carnaval, tras haber sido suprimidos por la última dictadura en 1976, lo que hace de ese fin de semana largo uno de los más turísticos del año. Y en esta ocasión, la ilusión para los amantes del carnaval es doble tras la ausencia de festejos en 2021 por la covid-19.
PASIÓN CORRENTINA
“La convicción, el compromiso, el sentimiento que hay con el carnaval es fortísimo. Acá la gente está dispuesta a dar la vida con su comparsa, y efectivamente lo da cada noche que entran a bailar, y es un sentimiento que viene desde la cuna”, cuenta a Efe Sebastián Slobayen, ministro de Turismo de la provincia de Corrientes, cuya ciudad homónima es considerada la Capital Nacional del Carnaval.
Más de 30 carnavales hacen de esta provincia, fronteriza con Paraguay, Brasil y Uruguay, un auténtico templo carnavalero, con más de 5.000 trabajadores vinculados a la confección y desarrollo de trajes y preparaciones y casi 40.000 integrantes y bailarines de las distintas agrupaciones artísticas, según datos aportados por Slobayen.
En la ciudad de Corrientes, además de sus festejos callejeros destaca su corsódromo (pasarela), con capacidad para miles de personas, donde estalla la música y el brillo de las comparsas: grupos con impresionantes indumentarias y carrozas que desfilan, bailan, animan, tocan instrumentos y compiten por ser los mejores.
“Están durante todo el año todas las comparsas trabajando en desarrollar sus trajes. Por ejemplo, si entra alguna persona de la familia, toda la familia está trabajando para eso… Las madres, las abuelas, los tíos, los sobrinos bordando juntando las plumas, las piedritas… y quien entra se pasa todo el año entrenando las coreografías”, agrega el ministro.
“Comparsas hay muchas, de las de primera categoría creo son cinco en Corrientes capital y después hay como 30 más entre agrupaciones musicales y barriales, y esto se multiplica por 20 por lo menos porque en toda la provincia hay localidades que tienen carnavales muy grandes (…) El carnaval de Corrientes tiene muchísimos condimentos del carnaval brasileño porque estamos todos en la zona”, señala.
Las raíces del carnaval correntino se remontan al siglo XIX, a la celebración de san Baltasar, vinculada a las corrientes migratorias, según relata Slobayen. Este año, la alegría está siendo opacada por los incendios que sufre la provincia, y que ya han llevado a evaluar la suspensión de algunas de las celebraciones.
PASIÓN ENTRERRIANA
También en la frontera con Uruguay, la provincia de Entre Ríos emerge como la otra joya carnavalesca por excelencia, con una veintena de fiestas en su territorio, que van desde las influencias brasileñas y uruguayas a la identidad puramente entrerriana.
Tal es su calado, que el de Gualeguaychú, con sus más de 120 años de historia y uno de los más visitados de Argentina, es conocido como El Carnaval del País. “Es reconocido por todos y creo que hace justicia a todo un trabajo de muchísima gente que lo hace silenciosamente, desinteresadamente, con mucha pasión”, afirma Gastón Irazusta, secretario de Turismo de Entre Ríos.
Durante diez noches, de principios de enero a finales de febrero, los más de 500 metros del corsódromo de la ciudad -inaugurado hace 25 años- se convierten en el centro de todas las miradas, con los desfiles de cinco comparsas y 15 impactantes carrozas, con más de 1.000 personas y 70.000 plumas.
Noches mágicas, con las comparsas compitiendo por el título de campeona tras todo el año de intenso trabajo -el secretario destaca la fortísima industria cultural que se genera en torno al carnaval-, a las que se suman, cada viernes, los coloridos corsos populares que visten las calles de la ciudad.
Además de Gualeguaychú -ubicado a solo 240 kilómetros de Buenos Aires-, en Entre Ríos destacan también los carnavales de Concordia, Gualeguay y Concepción del Uruguay.
“Cada uno tiene su diversidad y lo bueno de todo esto es que no son exactamente iguales. Cada uno tiene sus propios ingredientes”, indica Irazusta.