Ucrania acusa a Rusia de utilizar bombas de fósforo, un arma incendiaria que, según una convención internacional, no puede usarse contra civiles pero sí contra objetivos militares.
Este artificio, que deja una estela blanca en el cielo, habría golpeado una localidad en la región de Lugansk, según responsables ucranianos de estas zonas del este.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, evocó también el jueves esta acusación. Sin embargo, esta información no se ha podido verificar hasta el momento.
“Rusia jamás ha violado ninguna convención internacional”, declaró este viernes por su parte el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, en rueda de prensa.
– Bomba incendiaria, no química –
Las bombas de fósforo blanco no son armas químicas, cuyo uso está prohibido por la Convención sobre Armas Químicas, que entró en vigor en 1997.
En cambio, se consideran armas incendiarias, cuyo uso está codificado en el Protocolo III de la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales, de 1980 y que entró en vigor desde 1983.
“Queda prohibido en todas las circunstancias atacar con armas incendiarias a la población civil como tal, a personas civiles o a bienes de carácter civil”, reza el protocolo.
Además, estas armas están prohibidas contra objetivos militares cuando están cerca de poblaciones civiles. Este protocolo no afecta al fósforo blanco usado como bengala.
Tanto Rusia como Ucrania son firmantes de este Protocolo III desde 1982, en tiempos de las entonces Unión Soviética.
El fósforo puede usarse como pantalla de humo para ocultar los movimientos de las tropas, para iluminar el campo de batalla o para quemar infraestructuras.
Pero puede “causar daños absolutamente horribles, quemaduras gravísimas” en civiles, dijo Olivier Lepick, de la Fundación francesa para la Investigación Estratégica (Fondation pour la Recherche Stratégique), en la cadena LCI.
– De la Gran Guerra a Nagorno Karabaj –
Las bombas incendiarias empezaron a utilizarse masivamente durante la Primera Guerra Mundial, en paralelo al nacimiento de la aviación militar.
El 31 de mayo de 1915, por primera vez, un dirigible alemán Zeppelin lanza un ataque aéreo con bombas incendiarias sobre Londres.
Obuses de fósforo blanco se utilizaron ampliamente durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo por el ejército de Estados Unidos contra las tropas blindadas alemanas.
Otro famoso tipo de munición incendiaria son las bombas de napalm, a base de combustible gelatinoso e inventadas en 1942.
Estados Unidos lo usó en la guerra de Vietnam contra la guerrilla comunista, dejando un gran número de víctimas civiles. Francia también lo utilizó en la Guerra de Indochina (1946-1954).
Más recientemente, al ejército estadounidense se le acusó de usar bombas de fósforo blanco durante una ofensiva en noviembre de 2004 en Faluya, pese a la presencia de civiles en esta ciudad iraquí considerada como una base de retaguardia de grupos terroristas.
El entonces jefe del Estado Mayor estadounidense, Peter Pace, consideró un año después “legítimo” su uso contra insurgentes en Irak. “No es un arma química, es un arma incendiaria. El uso de estas armas está dentro del derecho de la guerra”, dijo.
El otrora director de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), John Ging, acusó por su parte al ejército israelí de usar bombas de fósforo en enero de 2009 en Gaza.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), una oenegé con sede en Londres, acusó al ejército ruso en marzo de 2018 de lanzar bombas incendiarias en Siria durante una ofensiva del régimen contra los rebeldes cerca de Damasco. Moscú lo negó.
Rusia acusó por su parte al ejército ucraniano de usar municiones de fósforo en junio de 2014 durante la guerra del Donbás, en el este de Ucrania.
Armenia y Azerbaiyán se acusan mutuamente también de haber bombardeado zonas civiles o de haber empleado armas prohibidas con fósforo durante los combates en la disputada región de Nagorno Karabaj en 2020.