Como señala la mayoría de los gramáticos y los expertos en gramática española, el gerundio nunca debe expresar una acción posterior a la del verbo principal de la oración. También puede ser anterior o simultánea.
De acuerdo con el gramático Gili Gaya, el lenguaje se aprende desde niños por imitación de las personas que nos rodean. Pero hay que ver quiénes son esos que nos enseñan tan mal el uso de nuestro idioma. En su Curso Superior de Sintaxis Española, Gaya señala que la estructura general de la frase que pronunciamos se acomoda a patrones o moldes ideales, esquemas expresivos y fórmulas de organización que hemos aprendido desde niños y que aplicamos por analogía a las frases, oraciones y períodos que necesitamos formar. Agrega que el hábito se encargará de fijar tales esquemas en la conciencia.
¿Será por eso que actualmente el hispanohablante emplea el molde ideal del gerundio de posterioridad tan alegremente que le enseñan a diario los nuevos gramáticos, sin importarle que solo exprese disparates semánticos? Son adefesios lingüísticos porque señalan sinsentidos: “Cayó al suelo, fracturándose una rodilla” (Fundéu BBVA – Fundación del Español Urgente). ¿Realmente, se debe entender que estas dos acciones, “cayó” y “fracturándose”, son tan inmediatas que prácticamente se entienden como simultáneas?
Si alguien cae al piso, necesariamente no tiene por qué fracturarse una rodilla, ya que pudo haberse fracturado una muñeca o uno o dos dedos de una mano. De allí que caerse no es consustancial con causarse un daño en la rodilla, porque en la mayoría de los casos la persona resulta ilesa. Son dos acciones diferentes que precisan de dos verbos.
Ahora bien, tratan de justificar el uso del gerundio de posterioridad empleando una coma. Pero la coma solo sirve como elemento distractor, pues sobra. En todo caso, debió escribirse: “Cayó al suelo fracturándose una rodilla”. También sería válido “Cayó al suelo durmiéndose”, ya que es la misma estructura.
No importa qué explicaciones quieran dar para justificar algunos casos de gerundio de posterioridad, porque siguen siendo de acción ulterior en todos los empleos. Como señala la mayoría de los gramáticos y los expertos en gramática española, el gerundio nunca debe expresar una acción posterior a la del verbo principal de la oración. También puede ser anterior o simultánea.
Esta es una regla inquebrantable y que debe seguirse para emplear correctamente el gerundio en la lengua española. Lo que más llama la atención es que la mayoría de los expertos coincidan en las reglas de su buen uso y después otros, para oponerse, inventan teorías insostenibles que no pueden explicar científicamente.
El empleo del gerundio es más semántico que sintáctico, pues su función más general es modificar el verbo como adverbio de modo. Con el gerundio de posterioridad es imposible cumplir la función adverbial, que no es más que semántica: “Vivió en Madrid durante cinco años, mudándose después a Barcelona”.
Si esta oración es válida, ¿entonces cuál sería la explicación gramatical? Es imperativo usar verbos, pues dentro de poco el idioma español se quedará sin ellos por el empleo incesante de gerundios de posterioridad. “Vivió en Madrid durante cinco años y se mudó después a Barcelona”, sería la redacción ideal.
Aquí lo importante es aconsejar a los profesionales de los medios a que traten de evitar ese empleo tan trasnochado de gerundios de posteridad y empleen verbos para expresar cualquier acción en lengua española. Abruma escuchar todos los días frases como “se estrelló, muriendo instantáneamente”, cayó del caballo, matándose enseguida” y muchas más que no faltan en el menú diario para instruir a los usuarios de los medios.
El profesional de todas las áreas debe dejar de ser “el hombre vulgar, carente de originalidad expresiva, que se atiene a las fórmulas elaboradas en su comunidad lingüística y que tiende a perpetuarlas”, según Gili Gaya.