Vergüenza debería darle al Gobierno de Nicaragua, cuna de uno de los poetas en lengua española más importantes del mundo, por haber ha eliminado la Academia de su lengua para después rendirle homenaje a un idioma que no es precisamente el que habla el pueblo nicaragüense.
El insigne poeta, periodista y diplomático nicaragüense Rubén Darío debe estar revolcándose en su tumba en León, donde yace desde 1916, en protesta contra la decisión del dictador Daniel Ortega de celebrar el Día de la Lengua Rusa en ese país.
Pero el máximo representante del modernismo español en el mundo también debe sentirse golpeado hasta en sus oquedades, como dice la poesía Panamá defendida de José Franco, por el cierre de la Academia Española de Nicaragua, una institución que data de 1928.
Vergüenza debería darle al Gobierno de Nicaragua, cuna de uno de los poetas en lengua española más importantes del mundo, por haber ha eliminado la Academia de su lengua para después rendirle homenaje a un idioma que no es precisamente el que habla el pueblo nicaragüense.
Rendirle homenaje a un poeta como Aleksandr Pushkin debe ser un honor para cualquier pueblo del mundo, pero hacerlo, precisamente, cuando la dictadura de Daniel Ortega ordenó como trámite urgente la autorización del ingreso de un número indeterminado de militares, naves y aeronaves rusas a Nicaragua del 1 de julio al 31 de diciembre de este año, para que participen, supuestamente, en intercambio de experiencias y adiestramiento en labores de seguridad, entre otros asuntos.
Quizás Ortega trata de intimidar a Occidente con su determinación de invitar a los invasores rusos a suelo nica. Estados Unidos lo considera así, pero no ha expresado qué medidas tomará para contrarrestar a Ortega. Solo falta que Ortega, como dictador impredecible, obligue a su pueblo a aprender ruso como parte de su adulación hacia el nuevo zar Vladimir Putin.
Lo más inaudito es que la encargada de Negocios de la Federación Rusa dijo en Nicaragua que la patria y el idioma ruso son inseparables. Hasta allí está bien, pero que lo manifieste en otro país pareciera que está pidiéndoles a los nicas que se sumen a la Federación.
Más que una vergüenza es una verdadera acción antipatriótica sumir el futuro del país en aventuras que podrían resultar adversas para este pobre pueblo de América. Todos los hispanohablantes deben rechazar la acción de cerrar la Academia de la lengua en Nicaragua y la celebración de la lengua rusa en ese país.