¿Cómo pasaron las armas? Es la pregunta que, 50 años después, se sigue haciendo el ex levantador de pesas panameño Ildefonso Lee, testigo del sangriento ataque seguido de secuestro que terminó con el asesinato de 11 miembros de la delegación israelí en los Juegos Olímpicos de Múnich.
A sus 86 años Lee, que también participó en los Juegos Olímpicos de Tokio’64 y México’68, recordó en una entrevista con Efe que desde el edificio donde se estaba hospedando en la Villa Olímpica, tuvo una panorámica de lo que sucedía durante la acción terrorista
“Se veían a los asaltantes encapuchados y con las armas”, dijo.
La delegación de Israel estaba en “un edificio de un alto con un balcón”, recordó ahora con claridad Lee, sentado frente a una mesa de madera con centro de vidrio y con la Virgen María a su espalda.
“¿Cómo pasaron las armas, si había una seguridad férrea?”, se preguntó con insistencia.
“Había tremenda vigilancia. Había que pasar por una serie de máquinas de revisión para llegar a nuestros cuartos”, evocó.
“Ese hecho fue de noche y madrugada. Vimos cómo irrumpieron en la madrugada y armados. Todos nos preguntamos: ¿Cómo entraron esas armas con esa vigilancia que había?”, insistió.
Lee conoció a una de las víctimas mortales de esa incursión terrorista perpetrada entre el 5 y el 6 de septiembre de 1972.
“Llegué a conocer a uno de ellos. Era un levantador de pesas de apellido Berguer (David). Era de la división de 60 kilos, en donde yo competía. Era un chico blanco de cabello encrespado, voluminoso. Él fue uno de los primeros muertos en el ataque”, dijo emocionado.
“Recuerdo que la noche del día siguiente en el campo detrás de mi edificio llegaron un bus de escuela y tres helicópteros. Vimos cómo salieron los terroristas, eran como siete. Los rehenes salieron amarrados de pies y manos, con sogas en los cuellos, se montaron en el bus y en dos de los tres helicópteros y se fueron”, describió con cuidadosos detalles.
La tensión en la Villa Olímpica continuó cerca de las noticias que daban los medios de comunicación o surgían en los pasillos.
“Todo el mundo estaba pendiente, porque era lo fluía en ese entonces en los medios”, añadió con tristeza.
Lee aseguró que hubo pretensiones de parar los Juegos Olímpicos. Incluso la seguridad se incrementó. “Por lo que había sucedido, no se dejaba de pensar que pudiera haber otro atentado”, explicó.
A pesar del brutal desenlace, la programación continuó y el panameño Lee no vio “a nadie con miedo”. Se hablaba en la Villa del hecho, pero todo el mundo se concentró en lo que iba a los Juegos… a competir”.
Casi 50 años después de la tragedia, Lee no duda en admitir que una situación similar pueda ocurrir de nuevo.
“Puede que se repita, aunque en estos tiempos hay mayor vigilancia”, concluyó con alivio.