El ciudadano panameño, al consumir un producto adquirido en los mercados nacionales, ya sean estos privados o públicos, lo haga con dignidad y no que el mismo haya sido realizado a través de una fila que produce una humillación.
En toda sociedad organizada, independientemente de lo que fuera, se hace necesario el orden, la paciencia y la tolerancia para acceder a los servicios públicos, básicos, utilidad pública y la atención ciudadana. Sin embargo, hay dos o tres filas que cada vez que las veo me parecen la Fila de la Humillación.
Hace un tiempo me referí a lo que significa una fila para adquirir un jamón, en las instalaciones del IMA, en fechas próximas a la Navidad de cada año.
Los panameños no nos merecemos que tengamos que hacer filas en el sistema de salud para obtener una cita médica en una instalación de esa naturaleza.
El problema no es hacer la fila, el problema es que hay usuarios del sistema que llegan con tres, cuatro y hasta cinco horas antes de dar inicio al servicio con el propósito de buscar un cupo para una cita médica. Sobre todo, adultos mayores, con problemas de salud y son ellos los que realizan inmensas filas para conseguir un cupo para una atención médica.
Esas filas se hacen en las condiciones más deplorables que puede haber, porque en la mayoría de los casos las instalaciones se abren a los usuarios mucho tiempo después. Y las filas deben hacerse en espacios abiertos, fuera de las mismas o en las inmediaciones, con las inclemencias del tiempo que eso significa.
Oscuridad, de madrugada, lluvias, fríos, calor y demás. Y a veces al llegar a la ventana de atención, le dicen ya no hay cupo, se acabó. Que frustración más grande, luego de quizás cinco horas en fila.
Una tercera fila que hemos venido observando y que se da y es, precisamente, el acceso a productos básicos de alimentos a través de las ferias del IMA o las que organiza esa institución.
Observamos con mucha sorpresa que una gran cantidad de personas en busca de un artículo, quizás el mayormente consumido, tenga que hacer extensas filas para lograrlo.
Es casi una humillación que los consumidores de esos productos tengan que hacer filas de hasta 12 horas para lograr adquirirlo. En condiciones difíciles, sin las facilidades mínimas de espera, en instalaciones inadecuadas para suministrar esos bienes de consumo, sin personal que conozca del bien. Lo más frustrante es saber que al cabo de 10 horas de estar en fila te digan, el producto se acabó.
El IMA puede tener la mejor intención de brindar el servicio y el producto, pero no es la institución llamada a darlo. La función del IMA es la de hacer mercadeo sobre la producción nacional, por lo que se torna en un tema más de logística más que de operaciones, ya que esa producción debe venderse en los locales disponibles para esos efectos. No debe ser una función de ventas.
Por otro lado, y sin ser menos importante, es fundamental adecuar los mercados en los barrios y comunidades, y estos deben ser municipales. Es alli donde se debe brindar el servicio y es la función del IMA promover, por medio del mercadeo del sector agropecuario, aquello que desde el productor individual le es muy difícil ejercer la función de mercadeo de la producción.
Que el ciudadano panameño, al consumir un producto adquirido en los mercados nacionales nuestros, ya sean estos privados o públicos, lo haga con dignidad y no que el mismo haya sido realizado a través de una fila que produce una humillación. Para adquirir alimentos, no queremos filas como ocurre en otros países.