Recuerdos en el aniversario de San Vicente de Paúl

Recuerdos en el aniversario de San Vicente de Paúl
Parroquia San Vicente de Paúl, actualmente capilla que forma parte de la Iglesia Santa Ana. Se encuentra de aniversario en septiembre y hay muchas generaciones agradecidas por las virtudes y valores que fortalecieron en la fe. Foto, Belkis Hidalgo Hoyos.

El templo, ubicado entre calle Estudiante y calle K, en el corregimiento de Santa Ana, envejeció como la ley de la vida, pero la mística vicentina permanece gracias a las huellas de quienes hicieron un ministerio consagrado.

En septiembre los vicentinos están de fiesta y hay muchas generaciones agradecidas por las virtudes y valores fortalecidos con la fe en la Parroquia San Vicente de Paúl, actualmente capilla, que hoy en día forman parte de su identidad.

Si bien es cierto que, en el proceso de formación durante nuestro peregrinaje por la vida recibimos influencias de diversos factores, el tiempo siempre hace recordar y palpitar el corazón al mirar atrás, sobre todo, si es con gratitud y reconocimiento.

Las puertas abiertas de ese pequeño templo color crema, ubicado entre calle Estudiante y calle K, en el corregimiento de Santa Ana, fue hace muchos años una valiosa oportunidad, principalmente para jóvenes vecinos que aún lo recuerdan y para quienes ejerció efectos importantes para lo que son en la actualidad.

Este mes, con la madurez de esos años, sus primeros tiempos, que les transcurrieron prácticamente sin darse cuenta, comparten parte de su más valiosa heredad, las memorias vicentinas.

Conversamos con Humberto Aparicio Bustamante, quien hace 50 años se incorporó activamente en la Parroquia San Vicente de Paúl.

Beto, como todos le llaman, en aquel entonces era apenas un niño de imagen inspiradora. Creo que nació para hacer el bien y liderar a otros hacia ese camino. Estaba integrado de forma comprometida en los temas de la iglesia y contribuía en la misión parroquial de una manera proactiva que el santo patrono de la parroquia estuviera orgulloso de él. Así creció y sigue así…

Al respecto, nos contó cómo empezó. “Inicié a los 10 años de edad cómo monaguillo. Fui scout, pertenecí al grupo juvenil, asistente de maestro de catequesis y otras agrupaciones”.

A Humberto se le veía en todas las actividades, no sé cómo lo hacía, pero lograba cumplir con cada obligación, y nos refirió algunas de ellas.

Dijo: “Como monaguillo, tenía que tocar las campanas de la iglesia haciendo el llamado a la misa y apoyar a los sacerdotes”.

La labor de los niños y jóvenes de servir al Señor, ayudar en el altar y colaborar con el párroco y la comunidad era una gran responsabilidad.

Continuó relato: “En el grupo juvenil tenía la oportunidad de compartir en otras parroquias en actividades religiosas, deportivas y culturales”.

Esas reuniones permitían a los jóvenes interactuar y estrechar lazos de amistad con los de otros sectores para alcanzar objetivos sobre su formación y espiritualidad.

Agregó que en los scouts se dedicaba a “hacer el bien sin mirar a quien”.

Esa agrupación que se reunía en la parroquia y la animaba con cánticos enérgicos, era un gran apoyo en el proceso educativo de los muchachos del área.

Humberto señaló que, “tiene muchos recuerdos”, y relató que, “uno es cuando asistíamos con los sacerdotes a distribuir alimentos a las personas necesitadas en asilos, hospitales y otros lugares”.

Repartían alimentos secos en bolsas y en ocasiones ellos mismos los cocinaban. Esto formaba parte de las actividades llevadas a cabo por el grupo Santa Catalina de Sena.

Otro punto que nuestro entrevistado trajo a la memoria fue el de “las procesiones”.

Esos actos solemnes eran muy sencillos y ordenados. Usualmente el sacerdote formaba a los fieles en 2 filas y él iba en el centro cantando y orando con el megáfono, mientras el público se incorporaba en el recorrido. Había un canto que casi siempre era la apertura. Se llamaba Perdona a tu pueblo Señor. Posiblemente era su preferido.

Agregó Humberto al repaso de esos tiempos: “Algo que no puedo dejar pasar son las ferias internacionales que se organizaron con las monjitas y los estudiantes del colegio San Vicente de Paúl. Eran llenos totales”.

Había quioscos de madera en los cuales vendían deliciosa comida y postres representativos de los países. Algunos de los favoritos eran los buñuelos colombianos, los platos afroantillanos, los platos panameños, el dulce de manzana, las manzanas con caramelo y los hot dogs especiales, entre otros.

Aniversario vicentino
Humberto Aparicio Bustamante, nuestro entrevistado. “…Gracias a esa educación que recibí en los diferentes grupos en que participé soy lo que soy hoy en día…”. Foto: Humberto Aparicio Bustamante.

 

Realizaban variedad de juegos, entre los que se encuentran:  La Pesca, ruleta, herradura, bolos, bingo, tómbolas, brinca y brinca y más.

También proyectaban películas muy interesantes sobre las diferentes culturas y tenían bazar.

Sobre ello, Argelia Castillo, quien era coordinadora de la feria y de catequesis, reveló: “Cada año para los meses de julio y agosto se confeccionaban cartas para diferentes empresas y comercios solicitando donaciones para la feria, así como también se enviaban cartas a las diferentes embajadas solicitando afiches y donaciones para publicidad, ya que representábamos a dicho país con sus trajes típicos y comidas”. 

La buena planificación y logística del grupo parroquial fue clave para el desarrollo exitoso de las famosas ferias por tanto tiempo.

Seguidamente, Argelis agregó que, “realizábamos caravanas por los alrededores de la comunidad con los trajes típicos de los países que habían aceptado participar”.

La Parroquia San Vicente de Paúl de aquellos tiempos dejó huellas en Humberto, Argelis y muchos jóvenes más, que hoy en día son señores y señoras de bien y han podido transmitirlo a sus otras generaciones.

Expresó Humberto: “Me ayudó mucho en mi formación. Gracias a esa educación que recibí en los diferentes grupos en que participé soy lo que soy hoy en día, sin dejar de considerar lo que me enseñó mi madre y mi abuela. Su madre se graduó en el colegio San Vicente. Ella y su abuela lo guiaron con mucho amor.

La formación vicentina tuvo buenos frutos y hay múltiples testimonios.

Hoy, gracias a Dios, laboro en el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Panamá como teniente en la Dirección Nacional de Seguridad, Prevención e Investigación (Dinasepi). También soy voluntario en el Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc). Siempre con la vocación de servir a Dios, a la patria y los más necesitados”, destacó Humberto.

A través del tiempo, diferentes sacerdotes estuvieron a cargo de aquella parroquia y realizaron una gran labor: Entre ellos, Humberto mencionó a los padres: “Murphy, Kennedy, Thomas, José Sanino (conocido como Pepe), Porcell, Atencio, Carrasquilla y Harold Skidmore”.

Hay muchas memorias del párroco Skidmore (1923-2019).  Era muy empático y se adentraba en los asuntos de la comunidad. Realizaba visitas a los apartamentos, estaba pendiente de los enfermos y participaba en las celebraciones. Más que un sacerdote era amigo y parte importante de cada familia.  Aún es recordada su energía incomparable y sonido de llaves por su rápido andar.

En la Parroquia San Vicente de Paúl oficiaban misas en inglés y español. De acuerdo a un escrito que indica fue elaborado por Guillermo Thomas, su historia está relacionada con la construcción del canal. Esto debido a la necesidad de que los trabajadores afroantillanos de la obra tuvieran allí un sitio para congregarse.

San Vicente de Paúl fue un sacerdote católico francés que nació el 24 de abril de 1581 y falleció el 27 de septiembre de 1660, fecha de su festividad, según lo investigado.

Es el santo de los enfermos, hospitales y pobres, tal como lo dicta la letra de una canción que el Reverendo Harold Skidmore compartía en un antiguo tocadiscos y cantaba con su grave e inconfundible voz: 

“Es Vicente,

el amigo de los hombres,

es Vicente,

el amigo del Señor

es Vicente,

hombre de fe y esperanza

es Vicente,

de los pobres servidor”

(Tomado de un antiguo cancionero conservado hasta la fecha por Leslie Iglesias).

De acuerdo a información de Eduardo Soto, de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Panamá, la capilla San Vicente de Paúl forma parte de la Iglesia Santa Ana y actualmente ofrecen misas para el público, principalmente, el del Albergue Juan Pablo II.

En este aniversario de San Vicente de Paúl saludamos a todos los vicentinos, especialmente, a aquellos quienes, en este mes, al recordarlo, lo hacen revivir.

Para Humberto es una celebración doblemente especial. Un 27 de septiembre, el día de San Vicente de Paúl, nació su hija Jahuriv Ixdelis Aparicio Cortés (Yauri). Expresó para culminar emocionado: “Es un honor enviado por Dios”.

El templo envejeció como la ley de la vida, pero la mística vicentina permanece gracias a las huellas de quienes hicieron un ministerio consagrado.

Aniversario vicentino
La campana, cuyo sonido era el llamado tradicional para que los fieles y grupos vicentinos se apersonaran a la misa puntualmente. Tres toques efectuados en su tiempo por Humberto Aparicio Bustamante o el monaguillo, a cargo marcaban el inicio de la celebración religiosa. Foto, Belkis Hidalgo Hoyos.

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