El Gobierno estadounidense confirmó este jueves que la economía del país retrocedió el 0,1% en el segundo trimestre del año y cayó a un ritmo anual del 0,6%.
Así lo apunta el tercer y último cálculo oficial de la evolución económica del país publicado por la Oficina de Estadísticas Laborales (BEA), que confirma la recesión técnica de la mayor economía del mundo, al registrar dos trimestres seguidos de retroceso -del 0,4% de enero a marzo y de una décima de abril a junio-.
La BEA recordó que estos datos se produjeron en un contexto de elevada inflación y de subidas de los tipos de interés para atajarla y con otros desafíos como los problemas en la cadena de suministro, aunque del lado positivo destacó el bajo índice de desempleo.
Advirtió, no obstante, de que los efectos de todos estos factores no se pueden calcular de forma separada a la hora de hacer la estimación económica.
Según esta estadística, el retroceso en el segundo trimestre refleja sobre todo las caídas del lado de la inversión -tanto la privada como la residencial- y del lado del gasto público, tanto federal como estatal o local.
Caídas que se vieron parcialmente compensadas por el aumento en las exportaciones y en el gasto de los consumidores.
Las importaciones también subieron, lo que afecta negativamente al cálculo del PIB.
El tercer cálculo no ha variado sobre el segundo porque a pesar de que se han revisado a la baja las exportaciones o la inversión, por contra se han revisado al alza el consumo de los hogares y el gasto público.
Los dos trimestres de caída del PIB confirman la recesión técnica de la primera economía del mundo, aunque desde el Gobierno que preside el demócrata Joe Biden se ha insistido en todo momento en que Estados Unidos no se encuentra en un escenario de recesión.
Los riesgos, no obstante, siguen ahí en un momento de elevada incertidumbre como el actual, marcado por la alta inflación y los efectos de la guerra de Ucrania.
Estados Unidos lleva meses tratando de contener los precios y la Reserva Federal aprobó la semana pasada la quinta subida consecutiva de los tipos de interés, que están ya en una horquilla de entre el 3 y el 3,25 %, el nivel más alto en los últimos 14 años.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, reconoció la semana pasada, tras anunciar la nueva subida de tipos de 0,75 puntos, que esta política monetaria mucho más restrictiva ralentizará la economía.
Powell admitió que la Fed sabe que los aumentos de tipos probablemente causarán “un período de crecimiento económico por debajo de la tendencia”, y que las condiciones del mercado laboral, extremadamente robusto desde que comenzó la recuperación pospandemia, seguramente empeorarán.
Los expertos creen que los efectos de las subidas de tipos tardarán algunos meses en notarse en el conjunto de la economía, y no dudan de que tendrán efectos negativos sobre el mercado inmobiliario o la demanda de bienes duraderos.
La tasa de inflación en Estados está bajando aunque continúa siendo muy elevada, del 8,3 % en agosto.
El desempleo sigue siendo muy bajo aunque el mes pasado, rompió su racha de descenso en Estados Unidos al elevarse la tasa en dos décimas, hasta el 3,7 %.