El expolio de arte en la Guerra Civil y el franquismo, un asunto pendiente

El expolio de arte en la Guerra Civil y el franquismo, un asunto pendiente
El especialista universitario en Patrimonio Cultural y la Guerra Civil española Arturo Colorado. EFE/ Fernando Alvarado

Una vez exiliado tras la guerra, le expropiaron los cuadros, la biblioteca y otras pertenencias. Había obras de Eugenio Lucas Villaamil, Ángel Lizcano y otros pintores del XIX.

Miles de obras incautadas durante la Guerra Civil española (1936-1939) y la dictadura franquista posterior permanecen en una treintena de museos españoles. El Prado, en Madrid, es el primero en abrir una investigación con la intención de devolver lo que no es suyo, pero es una cuestión compleja y pendiente tras 45 años de democracia.

“Hay miles de obras que están donde no deberían estar. Es uno de los temas pendientes del franquismo, una herida que hay que solventar y cicatrizar. En eso estamos”, apunta a EFE Arturo Colorado, responsable de la investigación abierta por el Museo del Prado, considerado por muchos especialistas la mejor pinacoteca del mundo.

Este catedrático de Arte, experto en Patrimonio Cultural y Guerra Civil, ha contabilizado en la colección 62 obras incautadas durante la confrontación armada y el franquismo, pero investiga si hay más.

LA COLECCIÓN DE PEDRO RICO

Dos de las obras de esta primera investigación pertenecen a la colección de Pedro Rico, un exalcalde republicano madrileño.

Una vez exiliado tras la guerra, le expropiaron los cuadros, la biblioteca y otras pertenencias. Había obras de Eugenio Lucas Villaamil, Ángel Lizcano y otros pintores del XIX.

Ya se han localizado 23 de las 25 obras, dos de ellas -se investiga si otra más- están en el Prado. Pero también se han encontrado en otros museos.

“Era un gran abogado, republicano convencido, gran amante de Madrid”, dice a EFE la nieta, Paquita Rico; ella y su hermano son los únicos herederos vivos del político.

Supo de la colección de su abuelo por un artículo en la prensa publicado hace poco, y ya ha podido ver los cuadros que están en el Prado.

“Se le vienen a uno encima muchas cosas -explica-. ¿Cómo es posible que esto haya sido así?, pero tenemos que adaptarnos”, comenta antes de subrayar: “Es propiedad privada, que tienen que restituir”.

La abogada de la familia, Laura Sánchez Gaona, destaca la colaboración del Ministerio de Cultura y los museos con los que se ha hablado para localizaR las obras. El caso, por suerte para los herederos, está muy documentado.

España, a diferencia de países como Francia, no cuenta con un “mecanismo ordenado y centralizado” para la devolución de obras arrebatadas, pero las instituciones “poco a poco, están en ello”, asegura.

EQUIPARABLE AL EXPOLIO NAZI, DICE EL EXPERTO

Según Colorado, que en 2019 dirigió en el Prado el congreso “Museo, guerra y posguerra”, el caso español es equiparable al expolio nazi de las colecciones judías.

En este caso, se trata de colecciones de arte de personas afines a la II República española incautadas por las autoridades del régimen impuesto por el general Francisco Franco después de ganar la guerra.

Pocos días después del golpe militar de julio de 1936, el Gobierno republicano constituye la Junta del Tesoro Artístico (JTA), que se encarga de recoger y almacenar miles de obras de arte para protegerlas. El proceso se documenta con informes y recibos.

Otras entidades como el sindicato anarquista CNT, la Agrupación Socialista Madrileña y algunas más hicieron una labor similar, pero sin documentar.

En 1939, se impone la dictadura y se usa parte de esa documentación para devolver las obras a los dueños, pero otras se entregan de forma irregular a museos, iglesias o, incluso, particulares.

El equipo de investigación de Colorado ha inventariado 17.000 piezas incautadas, de las que 8.000 fueron dadas a instituciones o particulares que no eran los propietarios. Entre ellas, 33 museos españoles. Colorado está convencido de que hay “muchas más”.

Las incautaciones continuaron después de la guerra. El franquismo requisó obras, sobre todo de exiliados republicanos, y en ocasiones las repartió entre jerarcas del propio régimen.

Los herederos de Pedro Rico han tenido suerte de que sus obras acabaran en museos, que las han custodiado y, seguramente, las devolverán. En el caso de los particulares, todo es más complicado.

Es el caso de la colección de Carderera-Sicardo, propiedad del coronel José Sicardo, del Ejercito republicano, y su mujer.

Tenían obras de Goya, Tiépolo, Sorolla, Velázquez y Van Dyck; tras ser incautadas por las autoridades franquistas, se entregaron a personalidades afines a la dictadura, como los marqueses de Falces, los condes del Valle y de Romanones o el general Fanjul.

La Ley de Memoria democrática, aprobada por el Parlamento español recientemente, reconoce el “resarcimiento” de los bienes incautados durante la guerra y la dictadura.

Este agosto pasado, el Estado devolvió dos cuadros a los herederos de Ramón de la Sota, un naviero al que el franquismo confiscó empresas y una colección de arte de 200 piezas. Es la primera restitución de este tipo de la democracia.

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