El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA), que busca avanzar en la articulación productiva para la recuperación económica, se encuentra en proceso de mostrar que es posible la existencia de un tejido regional rentable, con apoyo de políticas públicas y fiscales adecuadas, promoción y revalorización de los productos de cada país.
El objetivo del organismo de integración es que las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) de América Latina tengan la oportunidad de competir, en la medida de lo posible, con los productos importados -cada vez más abundantes en el mercado latinoamericano-, pese a la dificultad que esto supone.
El secretario permanente del SELA, Clarems Endara, admitió que es una misión compleja, por lo que planteó la necesidad de poner en valor los productos locales, lo que no se trata de “hacerle la guerra a la importación”.
Para ello, es obligatorio “trabajar mucho más en la producción nacional”, pero no solo para que los artículos estén en el mercado sin más, sino que deben ser competitivos, con precios de venta que se ajusten a la capacidad adquisitiva del consumidor.
“Es una cuestión de precio, porque por más preferencia que tú tengas, el precio va a guiar la capacidad de poderlos adquirir. Por más que guste un producto tradicional en tu ciudad, si el importado está por medio dólar debajo no vas a escoger con el cariño, vas a escoger con tu capacidad adquisitiva”, explicó Endara.
Pero para que los precios de artículos locales sean competitivos en el mercado y, a la vez, el productor obtenga ganancias, hay que empezar por plantear unas políticas fiscales adecuadas.
LOS ESTUDIOS Y EL TRABAJO DEL SELA
Según los análisis del organismo regional, cuando llegó la covid-19, el mecanismo de intercambio comercial y la producción nacional en los países latinoamericanos y caribeños ya estaban en declive, pero la pandemia lo llevó a niveles extremos.
Antes de 2020, la región ya mostraba un escaso crecimiento de la productividad, pero al expandirse la pandemia, se acentuó y aumentó considerablemente la dependencia de producción internacional, en un momento en el que numerosas economías vivían la escasez de productos importados.
Las medidas aplicadas por los distintos gobiernos para contener el virus provocaron el cierre de más de 2,7 millones de Pymes, destrucción de unos 8,5 millones de empleos, el impacto en las cadenas globales de suministro y el colapso de los sistemas de salud a nivel regional.
Posteriormente, en 2021, parecía que todo empezaba a funcionar de nuevo y se hicieron proyecciones de crecimiento “muy grandes”, pero en 2022, hubo que “volver a la realidad”, recalcular y valorar las prioridades, ahora con un nuevo ingrediente en contra: el conflicto bélico en Ucrania, que afectó, principalmente, a los grandes mercados de cereales y de fertilizantes.
Ante este panorama, el SELA trabaja con un programa cuyos objetivos son formular políticas públicas para la promoción de sectores productivos, fortalecer modelos de negocios y desarrollar nuevos mercados para el ecosistema empresarial de las Pymes.
A través del proyecto “Articulación Productiva”, el organismo regional apoya a los países con asesoramiento técnico y herramientas que conduzcan a la búsqueda de nichos productivos locales, que luego tengan opciones de expandirse, según las necesidades de la región, haciendo así articulación productiva.
Se trata de ver, en primer lugar, qué insumos se necesitan para fabricar un producto determinado, y ver si se pueden conseguir en la propia región, como opción preferente. Una vez logrado el objetivo, se mira a los grandes mercados, a donde debe apuntar el proyecto de articulación productiva.
Esta fórmula cuenta con un asesoramiento técnico a cargo del SELA, con el que ya se ha trabajado en países como Bolivia o Nicaragua.
Con otros, como Panamá, ya se ha pasado a un siguiente nivel, en el que se estudian las políticas públicas existentes para Pymes, una tarea para la que se cuenta con el apoyo de personal especializado en la materia.
EL EXAMEN
El SELA necesita ver en qué situación se encuentra cada país y cómo ha ido evolucionando en las distintas áreas, tras recibir las recomendaciones, según la estructura y las posibilidades de cada nación.
Para ello, se evalúan aspectos como la digitalización, las fórmulas empleadas para realizar trámites y sus resultados, las garantías con las que cuentan para la inversión, las políticas de promoción para la apertura de Pymes, o el asesoramiento en materia de género, entre otros.
Esta evaluación se realiza a través de unos formularios que abarcan todos los puntos de interés y que los países van rellenando en línea durante dos meses.
Al término del trabajo, el organismo está en condiciones de identificar el nivel de profundidad logrado en cuanto a mejores prácticas, como la inclusión de género en la promoción de Pymes desde la apertura hasta su internacionalización, o como están las políticas públicas respecto a la facilitación de trámites de apertura y la orientación para que una empresa se constituya.
También se examina el nivel de apoyo de políticas públicas en la digitalización de las tecnologías propuestas para promocionar de manera efectiva los productos.
Todas estas dimensiones estarán medidas de “una forma muy exacta”, asegura Endara, para poder aportar recomendaciones específicas para cada país, según sus características.
El secretario permanente subraya que “todo es confidencial”, es decir, no es abierto para todos, sino que cada nación recibirá un dossier específico sobre las recomendaciones que le dé el SELA después del análisis.
Se trata de un seguimiento para ver si las recomendaciones han avanzado y cuánto ha mejorado la capacidad de fortalecimiento de Pymes, y poder continuar el apoyo de forma precisa y personalizada.
Como parte de este trabajo, se hacen mapas conceptuales de avances, que entrarán en un proceso de validación, en el que no interviene la autoridad nacional que defiende unas u otras normas, “sino que va con el sector productivo, que es el que las siente y el que las necesita”.
Y posteriormente, se pasa a la comprobación con las autoridades, de lo que debe salir un informe “lo más sincero posible”, ya que es para la administración de la propia nación, pero que ayuda al SELA a orientar las debilidades existentes para poder apoyar, de manera ajustada, a las Pymes.
Las Pymes generan el 87 % de la mano de obra en la región, y el objetivo del SELA es que se mantenga, para lo que es necesario evitar cierres e inestabilidad, objetivos en los que el organismo regional continúa trabajando, en beneficio de la economía de América Latina y Caribe.