A lo largo del domingo, la cúpula del Chelsea tomó la decisión de despedir a Potter y este lo aceptó, consciente de que la relación no había funcionado en ningún momento.
El despido de Graham Potter no le ha salido barato al Chelsea. A los 21 millones de libras (23 millones de euros) que el club inglés tuvo que pagar al Brighton para sacar a Potter de la orilla sur de Inglaterra, hay que sumar el finiquito que el técnico percibirá por los cuatro años y medio de contrato que le restaban.
Porque Potter firmó por cinco temporadas, un salto al vacío importante del Chelsea en un mundo, el de los entrenadores, en el que normalmente se firman tres temporadas como contrato habitual, con casos especiales como el de Antonio Conte, que, debido a su personalidad, solo acordó año y medio al aterrizar en el Tottenham Hotspur. Una decisión sabia, como el tiempo ha demostrado.
Sin embargo, los nuevos dueños estadounidenses del Chelsea decidieron erradicar la era Thomas Tuchel y dotar de confianza a Potter, un técnico que venía de hacerlo muy bien con el Brighton, desarrollando un fútbol vistoso y que daba resultados, ya que los ‘Seagulls’ hicieron con él sus mejores temporadas en la élite.
Además, el de Solihull tenía la vitola de favorito a suceder a Gareth Southgate al frente de la selección inglesa cuando este decida apartarse del camino de los ‘Tres Leones’. Su currículum era inmaculado y el Chelsea para persuadirle le puso un contrato de 12 millones de libras encima de la mesa. Irrechazable.
Pero las cosas no han ido como Potter esperaba y en los últimos 19 partidos de Premier solo ha conseguido cuatro victorias. La falta de una pretemporada más una inversión millonaria, sí, pero impuesta por los dueños más que por sus exigencias han ayudado al deterioro de una relación que se tambaleaba desde hace meses y al que solo sostuvo la remontada ante el Borussia Dortmund. Esa victoria, junto al prospecto de unos apasionantes cuartos de final contra el Real Madrid, fueron argumento suficiente para pensar que Potter aún tenía carrete.
Hasta que dos partidos le sentenciaron. Uno, el 2-2 contra el Everton, cocido en el último minuto, cuando un error en cadena de Enzo Fernández y Kalidou Kolibaly desembocó el empate de los ‘Toffees’; el segundo, la derrota contra el Aston Villa este sábado, con unos ‘Blues’ superados en defensa y a merced de un equipo que les mandó a la parte media baja de la tabla. Inaceptable para un Chelse armado para pelear por el título.
Por eso a lo largo del domingo, la cúpula del Chelsea tomó la decisión de despedir a Potter y este lo aceptó, consciente de que la relación no había funcionado en ningún momento. “Graham ha aceptado contribuir a una transición suave”, rezó el comunicado del conjunto londinense, que ahora explora nuevas opciones para su banquillo.
De momento, será el español Bruno Saltor el que se siente en el banquillo este martes contra el Liverpool. La incógnita es si seguirá a partir de ahí, con la eliminatoria ante el Real Madrid en el horizonte (12 y 18 de abril).
La inesperada salida de Potter puede ser un intento del Chelsea de adelantarse a otros equipos, como el Tottenham Hotspur, en la caza de Julian Nagelsmann, uno de los entrenadores más preciados en el mercado. El alemán está libre desde que el Bayern de Múnich le despidiera hace dos semanas y junto a Mauricio Pochettino lidera la carrera por ocupar de forma permanente el banquillo de Stamford Bridge.