No es el momento de jugar a la lucha de clases ni al supremacismo ideológico. No debemos ensayar opciones que afecten a los más jóvenes, ya que ofenden al sentido común y constituye un peligroso camino que no tendría retorno. Es el momento de la racionalidad y del compromiso con el país.
Desde hace mucho tiempo, el Consejo Nacional de la Empresa Privada, ha sido insistente en plantear la necesidad de salvar el programa de invalidez, vejez y muerte de la Caja del Seguro Social.
Su propuesta de los tres pilares es consecuencia de un estudio mesurado, que no descartó ningún elemento que incide en la realidad del sistema de pensiones, como lo son: la fecundidad, la expectativa de vida, etc. Dicha propuesta posee un componente de solidaridad que impacta en los sectores más vulnerables.
Tanto la junta actuarial como la Organización Internacional del Trabajo coinciden en que el programa tiene un déficit colosal.
Lo anterior nos indica que hay que actuar con celeridad para evitar una crisis económica que no sólo afectaría a la Caja de Seguro Social, sino que pondría en peligro la estabilidad económica del país.
Lamentablemente no se ha querido asumir el reto de un debate sereno y racional. Algunos, siguen la ruta de sus agendas ideológicas y exhuman del cementerio de las teorías malogradas por los hechos históricos, el criterio que supone que la empresa privada pretende privatizar la Caja de Seguro Social.
Lo cierto es que la propuesta del CoNEP no va dirigida a la privatización de la institución sino a promover el legítimo derecho a decidir quién administra los fondos de cada cotizante, incluso con el criterio de que los trabajadores pueden decidirlo en sus organizaciones sindicales.
Como creyentes en el Estado de derecho y en la igualdad ante la ley, siempre promoveremos el cumplimiento de esta. Creemos que quien la viole, debe asumir las consecuencias de forma directa e inmediata, no importa quien sea. Pero es obvio, que el cobro de las deudas, por sí sólo, no es lo único ni suficiente para resolver el profundo problema del déficit, tal como lo indican las proyecciones matemáticas.
Tampoco es una solución, que el Estado desvíe fondos hacia el programa de invalidez, vejez y muerte, ya que ello evitaría que se puedan destinar a la educación, la salud y el desarrollo de infraestructuras. Esto produciría notables consecuencias sociales.
No es el momento de jugar a la lucha de clases ni al supremacismo ideológico.
No debemos ensayar opciones que afecten a los más jóvenes, ya que ofenden al sentido común y constituye un peligroso camino que no tendría retorno. Es el momento de la racionalidad y del compromiso con el país.
CoNEP nunca ha deseado imponer nada. Tiene ideas para convencer.