Este pueblo de origen túrquico tenía razones para oponerse a la anexión rusa de Crimea, con la memoria de la política de Rusia contra la población local tras la conquista de Crimea en 1783 muy presente en la conciencia nacional.
Miles de tártaros de Crimea exiliados celebran hoy el día de su bandera y denuncian la persecución de la minoría musulmana en la región ocupada por Rusia, mientras se refugian en la difusión de su cultura entre los ucranianos y apoyan el esfuerzo militar que esperan les devuelva sus hogares.
“Mis padres tuvieron que esperar 45 años antes de volver a Crimea tras ser deportados. No tengo tanto tiempo. Tengo miedo de no poder ver de nuevo nuestro hogar”, dice a EFE Elmira Belialova, de 64 años, mientras sostiene la bandera azul y amarilla de los tártaros de Crimea que confeccionó ella misma.
Ha vivido en Leópolis desde 2015, cuando siguió a sus hijos y como otros cerca de 15.000 tártaros de Crimea que huyeron de su tierra ancestral por la atmósfera sofocante creada por las autoridades instaladas por Rusia.
Cuando Rusia se hizo con el control de la isla en 2014 fueron los tártaros de Crimea los que protestaron de manera más activa. Muchos de ellos, incluidos la hija de Belialova y su familia, se convirtieron inmediatamente en objetivo del aparato de represión.
“Teníamos la opción de elegir entre nuestras vidas y nuestros hogares. Elegimos nuestras vidas”, explica Belialova.
HISTORIA DE REPRESIÓN
Este pueblo de origen túrquico tenía razones para oponerse a la anexión rusa de Crimea, con la memoria de la política de Rusia contra la población local tras la conquista de Crimea en 1783 muy presente en la conciencia nacional.
La más destructiva fue la de 1944, cuando todo el pueblo fue deportado por órdenes de Moscú hacia Asia Central en tres días.
“Mis amigos eran niños cuando tuvieron que enterrar a su madre, que murió en un viaje extenuante. No tenemos derecho a olvidarlo”, dice Belialova.
Durante años su libertad fue limitada y tenían prohibido volver a Crimea, hasta que colapsó la Unión Soviética.
Después de que la mayoría de los tártaros de Crimea volvieron a su hogar se convirtieron en una minoría, cerca de medio millón de una población total de más de dos millones.
LA EXISTENCIA DEL PUEBLO AMENAZADA
Cuanto más tiempo permanezca Rusia en Crimea antes desaparecerá el pueblo tártaro, dice convencido Islam Tohlu, director del Centro Cultural Musulmán Tártaro de Crimea.
Pero la vida no estaba libre de problemas cuando Ucrania controlaba Crimea y los tártaros vivían en libertad, reconoce Tohlu a EFE.
“Cuando Rusia llegó a Crimea sentimos que se nos trataba como si fuéramos enemigos del Estado”, agrega.
Según Tohlu, desde 2014 los rusos han renovado su política contra la lengua tártara y a presionar a que se marchen de la península los que no quieran asimilarse.
Las escuelas de tártaro han ido cerrando y Rusia ha sido acusada de atacar los fundamentos mismos de la identidad nacional de este pueblo.
“Rusia está haciendo la vida insoportable de manera deliberada para que nos vayamos. Es difícil quedarse cuando el estado busca el menor pretexto, cualquier actividad política, para meterte en prisión”, subraya Tohlu.
Apenas hay ya hombres tártaros, aparte de los menores y los ancianos, que son los que quedan después de que miles de ellos huyeran para escapar a la movilización forzada del Ejército ruso.
“Nadie quiere combatir contra Ucrania”, explica Tohlu.
CONTRIBUIR A LA DEFENSA DE UCRANIA
En los últimos años los ucranianos han comenzado a saber más de los tártaros de Crimea y a apreciar su posición proucraniana.
Modista profesional y artesana, Belialova ha participado en numerosos eventos destinados a familiarizar a la población local con su historia y su cultura.
En la pequeña estancia destaca una máquina de coser y por todas partes hay objetos que Belialova logró sacar de Crimea. Se concentra en fabricar camillas y equipos de primeros auxilios para los soldados heridos, así como banderas, tanto de Crimea como ucranianas.
Siente que tiene el deber de ayudar tanto como pueda a los soldados y le duele pensar en su sufrimiento.
Cientos de tártaros de Crimea combaten en las filas del ejército ucraniano. Miles más esperan volver y poder vivir en libertad donde están sus hogares y las tumbas de sus ancestros.
“Los tártaros de Crimea están esperando el retorno de Ucrania. Si se estaba tan bien con los rusos, ¿por qué tantos de nosotros nos vamos?”, se pregunta retórica Belialova.