Ambas propuestas tendrán que negociarse con el Parlamento Europeo y con los Estados miembros, con el objetivo de cerrar la normativa definitiva antes de las elecciones a la Eurocámara de junio de 2024 que marcarán el cambio de ciclo legislativo comunitario.
La Comisión Europea presentó hoy un paquete legislativo para promover la economía circular y sostenible en la alimentación y los tejidos, con el doble objetivo de obligar a los Estados miembros a que reduzcan el desperdicio de comida y que incrementen la reutilización y el reciclaje de los tejidos.
Ambas propuestas tendrán que negociarse con el Parlamento Europeo y con los Estados miembros, con el objetivo de cerrar la normativa definitiva antes de las elecciones a la Eurocámara de junio de 2024 que marcarán el cambio de ciclo legislativo comunitario.
DESPERDICIO ALIMENTARIO
Cada año se tiran 59 millones de toneladas de comida en la UE, que equivale a 131 kilos por habitante y supone el 10% del total de la producción alimentaria, mientras que 36 millones de personas no pueden permitirse un menú de calidad la mitad de los días, según datos de la Comisión Europea.
Esa comida que acaba en la basura supone el 16% de las emisiones de gases de efecto invernadero del sistema alimentario de la UE y entraña, a su vez, un desperdicio de recursos en forma de agua o energía con gran impacto medioambiental, y el Ejecutivo comunitario quiere corregir esa realidad instaurando metas legalmente vinculantes para los países.
En concreto, Bruselas propone que para 2030 se exija a los Estados miembros reducir un 30% “per cápita” el desperdicio alimentario en supermercados, restaurantes y hogares y otro 10 % en el ámbito de la manufactura y el procesado, con una cláusula de revisión en 2027.
Esas metas se inspiran -aunque rebajan- los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, que estipulan un recorte del 50% del desperdicio alimentario mundial al final de la presente década, y requerirán cambios en el comportamiento de los consumidores.
Bruselas ofrece directrices, asesoramiento e intercambio de buenas prácticas, pero invita también a las capitales a desarrollar estrategias de prevención para evitar el desperdicio alimentario, como ocurre ya en Países Bajos, Francia y Alemania, y sugiere que estas incluyan medidas legislativas e incentivos fiscales.
CIRCULARIDAD TEXTIL
La segunda pata de la propuesta se centra en ecologizar el textil, el cuarto sector con más impacto medioambiental y climático, tras la alimentación, la vivienda y la movilidad, con el objetivo de “impulsar las inversiones en reutilización y reciclaje” y garantizar “la aplicación del principio de quien contamina paga”, dijo en rueda de prensa el comisario europeo de Medioambiente, Virginijus Sinkevicius.
El 78 % de los tejidos empleados en la Unión Europea no se separan, reutilizan y reciclan, sino que acaban en vertederos o incineradoras. Y cada año se tiran en la UE 5,2 millones de toneladas de ropa y calzado, es decir, unos 12 kilos por habitante.
Pese a que los Estados miembros de la UE ya están obligados a establecer recogidas separadas de residuos textiles a partir del 1 de enero de 2025, la Comisión quiere ahora profundizar en esa senda y propone una “Responsabilidad Extendida del Productor obligatoria y armonizada” para todos los textiles en todos los Estados miembros.
Estos esquemas ya se utilizan en otros productos, como envases o baterías electrónicas, y supone que los productores tendrán que cubrir el coste de la gestión de los residuos, lo que generará incentivos para que los reduzcan y aumenten la circularidad diseñando desde el inicio productos enfocados a la reutilización y el reciclado al final de su vida útil.
Para establecer cuánto tendrán que pagar, se establecerá una clasificación ajustada en función del desempeño medioambiental del tejido bajo el principio de “eco-modulación”.
Esa tarifa podría encarecer unos 12 céntimos de euro por una camiseta, por ejemplo, aunque “la propuesta no fija el nivel de la contribución, sino el marco legal”.
Bruselas, que también prohibirá que los tejidos desechados se envíen a terceros países sin reglas medioambientales equivalentes, espera que ese sistema incentive la investigación y la innovación en materiales textiles, dentro de una ambiciosa agenda ecológica para ese sector.
“Creará oportunidades de ahorro de costes para los ciudadanos que elijan la moda ‘vintage’ y atemporal en lugar de la moda rápida”, dijo Sinkevicius.
TEJIDOS VERDES
La UE adoptó en marzo de 2022 una estrategia sostenible para el textil, preludio de una serie de normas que buscan alinear el sector con la obligación legal de reducir un 55 % las emisiones de CO2 en 2030 en relación con los niveles de 1990.
Esa hoja de ruta se ha ido desplegando en distintas piezas legislativas, entre las que la más emblemática es la Directiva de Ecodiseño, que está concebida para todos los sectores, pero se fija especialmente en el textil, identificado como una prioridad por la opinión pública.
Actualmente en negociaciones en el Consejo y en el Parlamento Europeo, la Directiva de Ecodiseño busca que los productos se diseñen pensando en la circularidad, es decir, que sean duraderos, reparables, seguros y reciclables y prevé prohibir la destrucción de textiles y prendas no vendidas.
Además, la Comisión Europea lanzó en marzo una propuesta para acabar con el “ecopostureo” en el etiquetado confuso o falso y se espera que el Ejecutivo haga pública en las próximas semanas una iniciativa para limitar la liberación de microplásticos al medioambiente en el ciclo de vida completo de los productos.