Se había marchado en 2018 por segunda vez en la historia -la primera en 1984 durante el mandato de Ronald Reagan- con Donald Trump en la Casa Blanca, quien acusaba a la agencia de la ONU de adoptar reiteradamente posturas antiisraelíes.
La bandera de Estados Unidos volvió izarse hoy en la sede de la Unesco, organización a la que ha vuelto tras su salida en 2018, en una simbólica ceremonia con la primera dama, Jill Biden, que recordó que los “mayores desafíos de nuestro tiempo no se pueden resolver desde el aislamiento”.
“El presidente (Joe) Biden es consciente de que, si queremos crear un mundo mejor, Estados Unidos no puede hacerlo solo, sino que debemos ayudar a abrir el camino. Por eso estamos tan orgullosos de volver a formar parte de la Unesco”, aseveró la primera dama estadounidense en la sede de la agencia de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura, ubicada en París.
Arropada, entre otros, por la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, y por su homóloga francesa, Brigitte Macron, a la que había visitado esta mañana en el palacio del Elíseo, Jill Biden representó a su país mientras la bandera de las barras y estrellas volvía a ascender junto a las de los otros 192 miembros de la Unesco, con la Torre Eiffel presidiendo el paisaje de fondo.
Estados Unidos había recobrado ya oficialmente su estatuto de miembro el pasado 10 de julio, pero este momento simbólico en la Unesco hoy fue la ocasión para celebrar la reintegración de un Estado que figura entre sus fundadores y mayores contribuyentes.
Se había marchado en 2018 por segunda vez en la historia -la primera en 1984 durante el mandato de Ronald Reagan- con Donald Trump en la Casa Blanca, quien acusaba a la agencia de la ONU de adoptar reiteradamente posturas antiisraelíes.
En el contexto actual, la ceremonia de izado de la bandera se convirtió en un alegato en favor del multilateralismo.
“En este tiempo de desunión, de división, de amenaza existencial para la humanidad, reafirmamos hoy y aquí nuestra unión”, enfatizó la directora general de la Unesco.
Azoulay aseguró que se trata de un momento excepcional y “feliz” que “refuerza la universalidad” de la organización y su “legitimidad”.
“Este retorno -subrayó- indica que podemos y debemos unirnos”, además de ser un mensaje de “esperanza” para el multilateralismo y para las próximas generaciones.
Agradeció al presidente Biden su “voluntad política”, que fue el motor de este retorno, y también la “lucidez” de los parlamentarios estadounidenses de ambos bandos del arco político, que encontraron un acuerdo para que el reingreso estadounidense venga acompañado del pago progresivo de una deuda de 619 millones de dólares que Washington había acumulado con la institución desde 2011.
“La injusticia y la corrupción, la pobreza y el hambre, las catástrofes climáticas y las enfermedades son cosas que no se contienen con las fronteras. Algunos de los mayores desafíos de nuestro tiempo no se pueden resolver desde el aislamiento”, reafirmó la primera dama estadounidense.
“Por supuesto -agregó- que tenemos que cuidar de nuestros propios ciudadanos. Pero también formamos parte de una comunidad global”.
En su discurso, Jill Biden hizo hincapié en el interés de Estados Unidos en las metas que persigue la Unesco, como la protección del patrimonio, la cultura de la paz, la libertad de prensa y la utilización ética de las nuevas teconologías.
Pero, como profesora, enfatizó sobre todo la importancia de la educación para crear un futuro mejor.
Jill Biden había aterrizado este lunes en París, pero su agenda política comenzó hoy con la visita a Brigitte Macron en el Elíseo y la ceremonia en la Unesco.
Su viaje a Francia continuará mañana con un desplazamiento a las regiones francesas de Normandía y Bretaña (noroeste), donde visitará lugares emblemáticos relacionados con la participación de su país en la Segunda Guerra Mundial.
También irá al emblemático Mont Saint-Michel, cuya abadía cumple mil años en 2023.