Igor Kolomoiski, fue detenido el pasado 2 de septiembre por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y espera, bajo custodia de este servicio secreto, ser llevado a juicio por tres casos de fraude y lavado de cientos de millones de euros.
Ucrania lucha en medio de la guerra contra la corrupción con medidas urgentes que buscan convencer a sus socios de que se toma en serio el Estado de Derecho y merece entrar en la UE y seguir recibiendo ayuda, y lo hace con procesos a menudo polémicos como el que ha emprendido contra el oligarca que en su día apoyó al hoy presidente Volodímir Zelenski.
Se trata del otrora todopoderoso Igor Kolomoiski, que fue detenido el pasado 2 de septiembre por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) y espera, bajo custodia de este servicio secreto, ser llevado a juicio por tres casos de fraude y lavado de cientos de millones de euros.
“Es importante porque muestra a los oligarcas que no son impunes”, dice a EFE Tetiana Shevchuk, del Centro de Acción contra la Corrupción, una de las organizaciones cívicas más activas en Ucrania.
Kolomoiski es un exponente perfecto de esta categoría de empresarios que se hicieron multimillonarios en los caóticos procesos de privatización postsoviéticos adquiriendo a precios de ganga activos del Estado para fundar después sus propias televisiones, influir en la política y la justicia y seguir enriqueciéndose a través de esa influencia.
EL ‘CASO PRIVAT BANK’
En la década de 1990, este ingeniero de profesión de talento precoz para los negocios fue uno de los fundadores de Privat Bank, la entidad bancaria a la que, según las autoridades que le investigan, defraudaría causándole al Estado pérdidas de miles de millones de dólares.
Kolomoiski habría lavado parte del dinero defraudado en Estados Unidos, que en 2021 le sancionó por socavar con sus prácticas corruptas el Estado de Derecho en Ucrania.
“El ‘caso Privat Bank’ es extremadamente sofisticado, y se tardó años en desentrañarlo”, explica Shevchuk, la activista anticorrupción. “Kolomoiski no firmó ninguno de los documentos, y no fue fácil probar que estaba detrás de todo”, agrega.
El caso Privat Bank es investigado por la Oficina Nacional Anticorrupción de Ucrania (NABU), y es, según los expertos, el procedimiento más riguroso y bien fundamentado que se sigue contra Kolomoiski.
LA IMPLICACIÓN DEL SERVICIO SECRETO
Los otros dos casos de corrupción por los que Ucrania quiere llevar a juicio a Kolomoiski los lleva el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), lo que provoca inquietud entre las organizaciones cívicas.
El SBU se adelantó al NABU a la hora de actuar contra el oligarca a principios de septiembre, y algunos observadores temen que se quiera apropiar de los procesos contra él para asegurarse de que Kolomoiski no arrastre en su caída a algunos políticos.
“No está claro si sólo es un intento de imputarle por otros casos, si se lo quieren ‘esconder’ al NABU o si quieren controlar lo que pueda decir”, señala Shevchuk.
LA RELACIÓN CON ZELENSKI
El servicio secreto depende directamente de la administración del presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, que triunfó como humorista con su empresa de producción en la televisión de Kolomoiski y recibió el apoyo del magnate y sus medios en su campaña electoral para las elecciones presidenciales de 2019.
Kolomoiski salió de Ucrania para refugiarse en Israel y Suiza durante la presidencia del predecesor de Zelenski, Petró Poroshenko, que le había declarado la guerra al oligarca por sus constantes desafíos al Estado. Kolomoiski volvió a establecerse en Ucrania con Zelenski como presidente, pero su antiguo favorito ha dejado de protegerle.
“Está perdiendo de verdad su influencia sobre la administración de Zelenski”, dice Shevchuk.
UN ‘PATRIOTA’ CON EJÉRCITO PRIVADO
Uno de los desafíos más sonados de Kolomoiski al Estado se produjo en 2015, cuando el oligarca envió a uniformados de su milicia privada a tomar las instalaciones de una empresa energética pública en la que tenía acciones para protestar contra un cambio legal que reducía su influencia en la gestión.
El oligarca había fundado su ejército privado unos meses antes, para defender la ciudad rusófona de Dnipró, donde tuvo su feudo, de la amenaza armada de las milicias separatistas prorrusas que sí triunfaron en 2014 en una parte de las regiones ucranianas de Lugansk y Donetsk.
Kolomoiski contribuyó entonces a que una de las ciudades del país continuara siendo parte de Ucrania, pero la mayoría de ucranianos son conscientes de los peligros del poder casi ilimitado del que han disfrutado oligarcas como él y esperan que pague por sus abusos, aunque temen que los viejos vicios pongan palos en las ruedas de este proceso.