Al Gobierno no le ha interesado que la empresa privada haya perdido más del triple que lo que ha recibido de la minera y la frustración sigue siendo tan grande que castigar a Panamá con su estabilidad financiera, su turismo, actividades comerciales y agropecuarias no les importa.
Sin ser especialista abordo temas a base de mi experiencia y creo que compartirlas de buena fe, espero que puedan contribuir a comprender los fenómenos sociales que nos están ocurriendo.
En mis largos 75 años nunca había visto un gobierno actuar con el letargo con que lo está haciendo el Gobierno actual.
Las decisiones durante el Gobierno del presidente Varela fueron consideradas muchas veces tardías, sin embargo, de una manera u otra se tomaban.
Pero la demora en la toma de decisiones ahora no es una forma de actuar del gobierno actual, porque no demoró al sancionar leyes cuando le interesaba hacerlo, ejemplos están en las reformas electorales y, por supuesto, donde impuso récord, fue con la ley 406.
En vista de eso, empecé a buscar una justificación para la actuación macabra durante el último mes.
En principio puede ser que se les ha venido abajo el mejor negocio de la era republicana y por ello, como castigo hacen sufrir al pueblo, sobre todo a Chiriquí y Bocas del Toro.
Al Gobierno no le ha interesado que la empresa privada haya perdido más del triple que lo que ha recibido de la minera y la frustración sigue siendo tan grande que castigar a Panamá con su estabilidad financiera, su turismo, actividades comerciales y agropecuarias no les importa.
La sociedad chiricana le ha solicitado a su gobernador actuar contra el cierre de carreteras, sin embargo, su actuar es un reflejo o un mandato de su superior, el presidente de la República.
Se pueden tomar muchas decisiones para superar esta crisis, sin embargo, al tener la menor credibilidad posible, el Ejecutivo o sus voceros, no pueden resolverlo con mensajes que indican que no se han dado cuenta que han perdido no solo toda su credibilidad, sino la más peligroso, su mando. En este sentido, el ejemplo más elocuente lo tenemos con el Ministerio de Educación.
El Ejecutivo tiene que entender que no vivimos en países desarrollados en donde se respeta el derecho ajeno, estamos viviendo en una sociedad con poca cultura donde la herramienta más utilizada es la intransigencia y que, por lo tanto, un poco de fuerza se hace necesario, porque el diálogo debe tener sus límites cuando está en peligro la salud, el alimento y la supervivencia misma,producida por la inmovilización a que se ha sometido a la población, sobre todo, a Chiriquí Oriente.
Pero, además, de todos los daños que se puedan producir a corto y mediano plazo, las autoridades están propiciando el escenario para destruir a la empresa privada, de tal manera que aumente la pobreza, lo que, a su vez, crea más dependencia de subsidios, clientelismo y necesidades que hoy todavía se pueden manejar, sin caer en una sociedad fallida que clama, entonces, por un gobierno a imágenes y semejanza de los que en el escenario latinoamericano luchan por convertirse en los pobres, no sólo de América sino del mundo.
La ambición de un partido, de una Asamblea y del Ejecutivo serán, al final, los responsables de ese destino que estamos seguros a la mayoría de los panameños no les conviene.