“El rock fue un punto definitivo porque empezó a hablar a la juventud de otra manera”, aseguró Lara, que definió al género musical como “una energía inédita” para una generación que, antes de 1968, estaba repleta de “rebeldes sin causa”.
El reconocido escritor y académico mexicano Hernán Lara Zavala (ciudad de México, 1946) puso en la coctelera las primeras veces de la juventud, el frenesí del rocanrol y la rebeldía con causa para crear ‘El Último Carnaval’, su nueva novela, según explicó el autor en una entrevista con EFE.
“La novela de iniciación es para el protagonista, Adrián. Repasa las diferentes etapas que tiene que vivir para forjar su identidad sentimental, social y política”, según Zavala, que sitúa el espacio-tiempo de la novela en la colonia Del Valle de la ciudad de México a lo largo de los años 50 y 60.
‘El Último Carnaval’ está compuesto por tres carnavales, uno real y dos ficticios, y todos representan momentos que configuran la personalidad de Adrián, cuya juventud estuvo marcada por los siguientes aspectos.
El rock, “un despertar”
“El rock fue un punto definitivo porque empezó a hablar a la juventud de otra manera”, aseguró Lara, que definió al género musical como “una energía inédita” para una generación que, antes de 1968, estaba repleta de “rebeldes sin causa”.
Adrián, nacido a principios de los 40 en una colonia (barrio) “totalmente de clase media”, era uno de estos y su día a día se fundamentaba en estudiar, jugar al fútbol y seguir a su hermano mayor Jorge en la ‘palomilla’ (pandilla) que lideraba en el barrio, ‘Los Calacos’.
Entre esta rutina se colaron los ritmos desenfadados del rocanrol con referentes como Elvis Presley, Chuck Berry o los Beatles, quienes marcaron el devenir de Adrián y, también, las páginas de ‘El Último Carnaval’, donde prácticamente cada capítulo está introducido por un pionero del género.
Las primeras veces y la “educación sentimental”
“La educación sentimental es muy importante. Uno entra en el amor totalmente despistado, sin saber qué quieres ni cómo lo quieres”, resaltó Lara, que escogió al personaje de Magdalena para acompañar a Adrián en esta senda.
La historia de los dos jóvenes, que se conocieron en la preparación del primero -y único verídico- de los tres carnavales de la novela, es la encargada de “sostener la tensión dramática”, aunque no sigue una evolución constante a lo largo de la novela.
“El amor no es una línea recta, es quebrada”, sugirió el autor, que entremezcló la trama sentimental con versos de canciones ‘rocanroleras’, pues este género trajo al mundo “el lucimiento del cuerpo y de la voz”, así como la “cachondería”.
La juventud de la primera “generación global”
Para el escritor de ‘Península, península’, galardonada con el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska de 2009, la de Adrián fue la primera “generación global” de la historia.
Una generación marcada por los movimientos estudiantiles de 1968 que, concretamente en México, pusieron en jaque a las autoridades con una “total revolución juvenil” a las puertas de los Juegos Olímpicos de octubre de aquel año.
“Este es el punto clave de la formación del protagonista”, que deja la ingeniería que estaba estudiando para cambiar el rumbo de su formación, y también de todos los “rebeldes sin causa” que, a raíz de la matanza estudiantil en Tlatelolco en 1968, “encontraron una causa, que era ni más ni menos que luchar contra la injusticia en el mundo”.
Finalmente, preguntado por si ‘El Último Carnaval’ es una fotografía de su propia juventud, Lara sentenció que “de ninguna manera”, aunque admitió que hay un “trasfondo autobiográfico”: “El chiste de los narradores es utilizar la experiencia propia para transformarla, no nada más para retratarla”.