Una persona como Juan Carlos Navarro debe ser más humilde y reconocer que a partir de sus malas decisiones políticas, lo excluyen de ser un ejemplo para la sociedad y, sobre todo, para una nueva generación que se encuentra asqueada de la clase política que él representa.
Pensé que el señor Juan Carlos Navarro había emigrado del país o como el mismo indicó en una entrevista reciente, se había convertido en un fantasma ¨político¨, todo a raíz del precario papel que desempeñó como candidato a la presidencia de la República por el partido PRD.
Lastimosamente hay personas que tienen la necesidad de recordar a cada momento su trayectoria de desaciertos y fracasos políticos o personales, pero, peor aún, son las personas que, habiendo tomado sus propias decisiones, se empeñan en culpar a los demás de los fracasos cosechados.
Para ser sincero, tengo que reconocer que su gestión como director de ANCON, me sorprendió y llegué a pensar, que este señor pudo llegar a ser un buen presidente.
Con dos períodos como alcalde de la comuna capitalina, en donde pudo mantener una imagen equilibrada, entre una gestión aceptable, una imagen cuestionable que mezclaba tintes de hombre refinado o como decimos en buen panameño YEYE y un hombre populista.
Sin embargo, el tiempo siempre pone las cosas en su lugar y el desengaño, tanto mío, como el del pueblo panameño, supuso en su momento darle el repudio más grande que ha recibido candidato alguno del PRD, hasta la fecha.
Su primer intento para postularse como candidato presidencial lo dejó caracterizado por una campaña en donde no pudo demostrar un verdadero liderazgo; siéndole insuficiente para ganar dicha postulación. No fue hasta cuando logró ser candidatizado, el momento preciso cuando los cuestionamientos sobre el apoyo y financiamiento recibido, dieron muestras que su interés personal, estaba muy por encima de los intereses del país o una ideología política, lo que produjo un aparatoso debacle a su partido, lo cual diría que marcó los cimientos, pero estaría mejor decir que destruyó los cimientos del PRD, siendo la reacción en cadena de la decadencia que vive el Partido Revolucionario Democrático en la actualidad.
Una persona como Juan Carlos Navarro debe ser más humilde y reconocer que a partir de sus malas decisiones políticas, lo excluyen de ser un ejemplo para la sociedad y, sobre todo, para una nueva generación que se encuentra asqueada de la clase política que él representa.
Afirmar que su trayectoria política, caracterizada por denigrar a sus compañeros de partido, culpar a otros de su falta de liderazgo y certeza en la toma de decisiones, pactar con contrarios políticos, deja entrever que su imagen de buen candidato político a fantasma político, fue la ruta que él mismo se forjó con cada mal paso dado, que a diferencia de otros que sí han demostrado verticalidad al momento de tomar decisiones, han dado como resultado, puntos de inflexión en la historia de Panamá como lo fue la ampliación del Canal que tanto nos enorgullece.
Panamá atraviesa por una situación sumamente crítica, en donde su democracia y la paz social se encuentran en un punto de no retorno, son estos precisos momentos históricos en donde lo sembrado pone a cada quien en su sitio, algunos solo critican y aprovechan un escenario en redes sociales para descalificar y mentir sobre otras personas, mientras otros asumen el rol de hacer todo lo posible y asumir los sacrificios necesarios para devolver a Panamá y a su pueblo a la senda del desarrollo y bienestar social.
Definitivamente que esperar algo positivo en la opinión del señor Juan Carlos Navarro y que contribuya a mejorar la coyuntura política y social que estamos viviendo, es algo muy difícil; y es posible que en lo personal me haya tomado más tiempo del que este señor amerite, sin embargo, esto no lo hago porque tenga algo personal en su contra, sino todo lo contrario, nos recuerda que la historia no solo recuerda a los triunfadores.