Después de todo lo que ocurrió tras la tajante decisión de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) del 28 de noviembre pasado, al declarar inexistente la Ley 406, valdría la pena analizar las razones porque se tuvo que llegar a esa decisión judicial que todavía algunos siguen lamentando.
Días atrás, al conversar con un amigo que apoyaba la aprobación del contrato minero, le pregunté: ¿Tú crees que, porque me opuse al contrato con First Quantum, estoy en contra de la minería en Panamá? Le dije: En lo absoluto. Como abogado de una empresa minera que -durante el gobierno de Juan Carlos Varela le expropiaron sin indemnización su mina- no puedo estar en contra de esa actividad económica que, bien y responsablemente manejada, puede traerle enormes beneficios al país.
Lo que sí estoy en contra, como muchísimos panameños, es en la forma tan burda y descarada como el gobierno de Cortizo intentó aprobar el contrato minero generando en la población toda clase de sospechas. La comunicación utilizada por el gobierno y la empresa para vender su “proyecto estrella” fue tan mala, que al final, como bumerang, se les devolvió en su contra.
El desprecio demostrado por la Minera, el gobierno y los diputados hacía lo que opinaba la población a través de voces expertas, motivó aún más reacciones adversas hacia lo que se discutía. Era como vender un producto, sin permitirle al usuario saber lo que contenía adentro. Otro pedazo de culpa le cae a la firma Morgan & Morgan.
Desde hace más de tres años, un grupo de ciudadanos, entre los que se encontraba Marcel Salamín, nos dimos a la tarea de plantear ideas de cómo se debía proseguir con el contrato con la minera, luego del fallo de la CSJ del 2017, que declaró inconstitucional el contrato vigente desde 1997. De acuerdo a ese contrato Panamá recibía nominalmente el 2% que, al descontar todos los créditos fiscales a que tenían derecho, quedaba nuestro beneficio por esa mina en menos del 1%. Esas sugerencias fueron plasmadas en videos y escritos que recibieron amplia difusión.
El gobierno, al igual que la prepotente Minera, le restaron importancia a cualquier idea diferente a la de aprobar un contrato como lo quería First Quantun, lo más rápido posible y sin revelar mayores detalles de su contenido.
Allí sugeríamos que las minas en Panamá deberían seguir el mismo patrón introducido en el gobierno de Pérez Balladares con el Intel, hoy Cable & Wireless, o sea que el Estado retuviera el 49% de las acciones, los trabajadores con el 2 % y la Minera con el restante 49%. A eso le dimos por nombre “el mita y mita”.
También se planteó crear con ese método una corporación para explotar Cerro Colorado y cualquier otro yacimiento, dándole a las comunidades originarias el 50% por su propiedad. Así como en los Estados Unidos otorgan a las comunidades indígenas la explotación en sus territorios de los lucrativos casinos que les proporciona mejores condiciones de vida y desarrollo comunitario.
Al nombrar la inicial comisión de negociación con la Minera incluyeron, entre otros, a Salamín y al prestigioso abogado Adolfo Ahumada. Salamín renunció públicamente, señalando que lo que quería el coordinador de la negociación, el vicepresidente Carrizo, era que todos actuasen como corderitos, sin opinar nada.
Después, a través del asesor presidencial Rafael Mezquita, nos enteramos que a Ahumada también lo habían excluido del grupo, sin llegarse a saber nunca quiénes en realidad habían negociado por Panamá, pagándosele a los abogados locales y externos casi $6 millones.
A mi juicio, en esa negociación los que dijeron que querían y sin mayor discusión, fueron los famosos abogados de la Minera. Fueron los mismos que corrigieron el contrato aprobado y sancionado a tambor batiente el viernes 20 de octubre, desencadenante de la crisis que por más de 40 días paralizó el país. Esa incontrolable codicia dio pie a impulsar el “no a la minería”.
La ciudadanía solo podía aceptar un nuevo contrato que respetase nuestra soberanía, exigiese mayores controles ambientales y más beneficios para el país y las comunidades cercanas a la mina. Donde la minera nos respetase.
La minería es un recurso valioso para cualquier país, siempre y cuando se explote responsablemente. Panamá, con una explotación minera bien ordenada, puede convertirse en el cuarto productor mundial de cobre.
Para lograrlo, además de contar con gobernantes honrados, debemos tener administrando al país a los más competentes. De las crisis, nacen las oportunidades.