Un complejo y costoso desvío por el sur de África de los grandes cargueros para evitar los ataques en el Mar Rojo
Para Anna Nagurney, economista de la Universidad de Massachusetts, la crisis del Mar Rojo, en la entrada del Canal de Suez, ha producido “importantes puntos de estrangulamiento en el comercio mundial, incluida la reducción de los flujos a través del Canal de Panamá”. “Eso debido a la sequía”, aclaró, en un reportaje de la cadena británica BBC News.
“Muchos barcos de China se estaban desviando y no utilizaban el Canal de Panamá, sino que comenzaban a utilizar el Canal de Suez. Así que ahora todo se está poniendo patas arriba”, añadió la experta.
Desde noviembre, los hutíes, un grupo rebelde yemení, han atacado a los buques que pasan por el estrecho de Bab al Mandeb, un canal de 32 kilómetros de ancho que separa el noreste de África de Yemen, en la Península Arábiga. Esa ruta, una de las más transitadas del mundo es ahora seguramente la más peligrosa.
Los insurgentes afirman estar apuntando a barcos con conexiones con Israel como represalia a la guerra en la Franja de Gaza.
Hasta ahora han utilizado de todo, desde secuestradores fuertemente armados hasta misiles y drones. Para los marinos atrapados en el caos, es aterrador. Un petrolero puede transportar alrededor de un millón de barriles de crudo altamente inflamable.
Antes de esta crisis unos 300 barcos transitaban el Mar Rojo para cruzar o de regreso del Canal de Suez. Se estima que el 12% del comercio mundial pasa por el Mar Rojo cada año, lo que equivale a más $1 billón. Pero muchas empresas navieras han comenzado a evitar la zona por completo.
Cientos de portacontenedores gigantes, algunos de ellos de más de 300 metros de largo, están eligiendo ahora un largo desvío alrededor del continente africano en lugar de dirigirse hacia el mar Rojo y atravesar el Canal de Suez en sus viajes de Asia a Europa.
La carga transportada por esos buques puede valer entre millones y cientos de millones de dólares. Y, por ello, no sorprende que las navieras hayan decidido, en muchos casos, enviar a sus buques por otras rutas.
Sin embargo, alejarse del mar Rojo y tomar el largo desvío alrededor del cabo de Buena Esperanza, África, añade alrededor de 6,500 km y de 10 a 12 días de navegación a cada viaje.
El cambio requiere combustible adicional -un valor adicional de $1 millón según algunas estimaciones-, posiblemente encontrar puertos de escala alternativos, ajustes en los cronogramas de entrega y costos crecientes.
También hay que pensar en el impacto en el medio ambiente. Los aumentos repentinos en el tráfico marítimo pueden provocar cambios dramáticos en el ruido submarino, lo que a su vez puede afectar a las poblaciones de peces y mamíferos marinos locales. Además, los barcos que navegan miles de millas más, consumirán mucho más combustible y emitirán más carbono a la atmósfera para entregar la misma carga.
Las duras condiciones climáticas que a veces enfrentan los barcos que navegan por el extremo sur de África significan que esta opción no está exenta de riesgos. Pero muchas empresas están tomando esa decisión en lugar de arriesgarse a ser atacadas con misiles y secuestradores.
Por lo pronto se estima que esta crisis unos meses. Nadie la imagina prolongándose por años. Los expertos descartan que tenga el impacto económico y alcance los niveles extraordinarios registrados durante el peor periodo de la pandemia del covid-19.
Las altas tarifas no son una barrera para que los fabricantes opten por enviar sus productos y componentes por vía aérea en este momento, en lugar de arriesgarse a retrasos en sus líneas de suministro.
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