El Kremlin busca silenciar las voces de los artistas fuertemente críticos al conflicto
Rusia ha multiplicado sus presiones para acabar con los conciertos de opositores en el extranjero y ha solicitado detenciones y deportaciones, según publicó el diario catalán El Periódico.
En un hecho reciente, el grupo de rock Bi-2, galardonado con más de dos docenas de premios, ha sido detenido al finalizar un concierto en Tailandia. Los artistas han sido detenidos por inmigración bajo la acusación de haber realizado una actividad laboral provistos únicamente de un visado de turista.
Otras figuras artísticas rusas, como el humorista Maksim Galkin o el rapero Alisher Morguenshtern, también opuestos a la invasión de Ucrania, vieron cómo su presencia en Indonesia y los Emiratos Árabes Unidos respectivamente era vetada por las autoridades locales.
El abogado ruso Dmitri Gudkov, líder opositor instalado en Alemania, intenta evitar que los músicos de Bi-2 sean deportados a Moscú. Los artistas han pasado casi una semana en centros de detención para inmigrantes antes de ser deportados este miércoles en un vuelo a Israel.
Tras su detención, la agrupación compuesta por siete miembros, fueron encerrados en un centro de detención para inmigrantes al aire libre de Phuket, a 40 grados de temperatura. Posteriormente, fueron trasladados a Bangkok, donde compartieron celda con unos 80 presos en condiciones muy duras. “Tenían que turnarse para dormir”, ha explicado Gudkov.
El periodista Mijaíl Kozirev, afirmó que en la cárcel se les acercaban “traductores” ruso hablantes les amenazaban con graves consecuencias y les exigían sobornos. Cuatro de los integrantes del grupo poseen la nacionalidad israelí o australiana, además de pasaportes rusos.
Personajes como Maria Zajárova, la portavoz del Ministerio de Exteriores, o Andréi Lugovói, parlamentario ultranacionalista y uno de los autores del envenenamiento de Aleksándr Litvinenko en el 2006, habían empleado en los últimos días mordaces palabras para exigir el traslado de los músicos a Moscú. “Les vamos a recibir aquí de forma adecuada… cantarán pronto con cucharas y platos metálicos y bailarán el claqué ante otros reclusos”, había advertido sarcásticamente Lugovói.