Y dijo: No. Un rotundo no, que se transformó en la máxima demostración de coraje, por un lado. Y por otro, en la absoluta confianza en su pueblo, con la certeza que le apoyarían en su lucha reivindicativa.
Como diríamos en buen panameño: Se la rifó. En un vuelo inseguro, poco confiable por la nave que usarían, pero, absolutamente seguro por el pueblo que le apoyaría, llegó a Chiriquí y de allí inicio su jornada hacia la capital, a desarticular la banda de militares que recibieron un caramelo para terminar con la lucha de transformación que recién se iniciaba.
Cinco décadas después, su hijo, Martín Torrijos, único heredero, por sangre, de los ideales torrijistas, inició una jornada similar desde la misma ciudad que su padre lo hizo, tratando de cubrir, en lo posible, por las limitaciones de tiempo, con ese compromiso de dialogar con la población panameña que, igual que años atrás, espera que se transforme este país, sin la esperanza de meter plata en su bolsillo, ni presentarles sueños de humo, solo la confianza y la seguridad de que podemos lograr un Panamá posible, como lo hubo para Omar.
Quedó demostrado que, cuando hay principios, la gente cree, confía. Así se demostró la fuerza arrolladora de un movimiento espontáneo, orgánico, sin dar nada a cambio, salvo la esperanza de transformar este país e implantar la decencia.
Hoy estamos de la mano con el pueblo panameño, que busca y espera por un futuro prometedor, para sus hijos, para sus nietos, para los ancianos, asegurados, enfermos crónicos, madres solas, en fin, para todo panameño y panameña que desea un país distinto.
Tengan la certeza de que estaremos de la mano hasta escalar la montaña y mucho más, en mantener ese vínculo con la sociedad que muchos vivieron y todos recuerdan, pero que, lamentablemente, los jóvenes nunca conocieron. Ahora, con los jóvenes en las redes sociales, se hará más fácil el vínculo con la sociedad civil. Serán los jóvenes quienes se encargarán de vigilar, aportar, para colaborar en el diseño del país que queremos, el país que hemos soñado, nuestra Visión 2024.