El Salvador inaugura un nuevo modelo pseudo democrático, con un aparato institucional debilitado y sin estado de derecho
Según datos del Latinobarómetro de 2023, el 63% de los salvadoreños afirman: “No me importaría que un gobierno no democrático llegue al poder si resuelve los problemas”. Lo ocurrido el pasado 4 de febrero en El Salvador con la reelección del presidente Nayib Bukele reafirma el dato anterior, según informes de agencias de noticias.
El mandatario anunció su triunfo, sin que se conocieran resultados oficiales, y hubo que esperar una semana para un nuevo conteo a mano por problemas de internet y la falta de “papel de seguridad”.
Otro problema similar se está dando en el escrutinio sobre la conformación de la Asamblea Nacional. Han sido denunciadas múltiples irregularidades por parte de las autoridades electorales puesta de a dedo por Bukele.
La duda sobre el nacimiento de una autocracia en El Salvador se ha instalado en la comunidad internacional. Las denuncias de varias organizaciones no gubernamentales sobre abiertas violaciones a los derechos humanos resultan recurrentes. El ataque del tirano en ciernes, a los medios de comunicación ya es costumbre y un discurso cuasi mesiánico desde el púlpito presidencial ya forman parte del estilo de Bukele.
Con el pretexto de acabar con la delincuencia, que un mandatario esté por encima de las instituciones y sean alabados sus desvaríos autocráticos y su discurso mediático, resulta preocupante. Eso es lo que revela el Latinobarómetro, que concluyó que a la gente no le importa que un dictador llegue al poder si le resuelve los problemas.
En este contexto resulta preocupante que, so pretexto de que el presidente salvadoreño haya prácticamente acabado con la delincuencia, la mayoría de sus conciudadanos no valoren la tendencia del primer mandatario a superponerse por encima de las instituciones. No existe experimento en América Latina y en su historia contemporánea donde un presidente de esas características se mantenga en el poder por las vías democráticas y sin rastros de corrupción en el tiempo.
En el 2002, Latinobarómetro registró que el 44% de los latinoamericanos afirmaban: “No me importaría que un gobierno no democrático llegue al poder si resuelve los problemas”. En 2023, esa misma idea se elevó 10 puntos. El Salvador supera el promedio de 63%. En ese sentido, Bukele está inaugurando un nuevo modelo pseudo democrático en América Latina, donde los resultados pueden estar a la vista y la popularidad rompe récord, pero con un aparato democrático debilitado, sin estado de derecho, lo que anticipa peligros. En el largo plazo, pocas cosas buenas pueden augurarse.